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LA INQUISICION DE LIMA

de primeras letras, que por medio de varillas i un sello de

papel del Santo Oficio i pacto con el demonio, pretendía

descubrir tesoros i riquezas. Fué desterrado a Valdivia

por cuatro años.

Por polígamos fueron condenados: Juan de la Cerda,

quiteño, Juan Matías del Rosario, zapatero, que se casó

primera vez en Santiago,

tJ

uan Bautista Gomez, Tomas

José de Vertis, Matías de Cabrera, de Quito, Bernardo de

Aguirre, arriero, de Arequipa, i el negro José Lorenzo de

Gomendio, que se casó segunda vez en Concepcion: todos

los cuales salieron en forma de penitentes, con coroza, in–

signias, soga gruesa i vela verde.

Juan Gonzalez de Rivera/ que había vivido entre los in–

dios de Guánta, vistiéndose

a.

su usanza i casádose allí con

tres mujeres, i que ademas de espreso pacto con el demo–

nio, se había hecho agorero, valiéndose de las plumas i can–

to de las aves; abjuró

de vehementi

i fué absuelto

ad

cautelam,

con servicio de tres años en la isla de San Lo–

renzo, a racion i sin sueldo.

Francisco Javier de Neira, clérigo santiaguino, de cuya

causa daremos cuenta en otra parte.

María Francisca Ana de Castro, alias la madama Castro,

natural de Toledo, vecina de Lima, de cincuenta af1os, ca–

sada, por 11judía judaizante, convicta, negativa

y

pertinaz,

salió al auto en cuerpo, con sambenito o capotillo entero,

de dos aspas

y

pintado de llarnas

y

figuras espantosas

y

ho–

rribles, coroza en la cabeza, soga al cuello

y

cruz verde en

las manos,

y

por observante de la ley de Moises, fué rela–

jada en persona a la justicia y brazo secular, observando

el Santo Tribunal en su sentencia la fórmula que acostum–

bra el}. la relajacion de reos, encargando a los jueces secu–

lares se hayan benigna

y

piadosamente con ella."

En estatua salieron Pedro Nuñez de la Haba, i José

S9lis i Obando; siendo igualm.ente relajados en estatua el

jesuita Juan Francisco Ulloa i Juan Francisco de Velasco,

de cuyas causas, por referirse a Chile, trataremos en otro

lugar.

Terminada la lectura de las sentencias, se entregó para

que se llevase a la hoguera a la Castro, i las estatuas i hue–

sos de los reos a ella condenados, al jeneral Martín Mu-