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LA INQUISIOION DE LIMA
Francisca de Mondragon, alias la cagatecho, cuartero–
na, del Callao, que pretendía curarse de un maleficio; Ma–
ría Monserrate
i
Santisteban, mulata, de treinta años, que
inconsolable por el abandono de su amante, buscaba re–
medios a su pena consultando hechiceras; Petronila Ortiz,
mulata, lavandera,-acusada por cierta mujer que decia la
tenia maleficiada;
i
Juana Nov,.oa, residente en Trujillo,
que por medio de hechizos pretendía volver a su amistad
a su seductor.
Cayetano Zenteno, cuarteron de mulato, arriero, de–
nunciado de que yendo cerca de unas huacas, habia co–
menzado a renegar
i
votar desesperadamente.
Roque de Espilcueta, natural de Buenos Aires, tratan–
te, de cuarenta i un años, ac?sado de doble matrünonio;
Fr. Manuel de Guzman Vargas .de la Cadena, corista del
convento de San A·gustin de Lima, que ·se denunció de
haber confesado a una mujer; Ignacio de Chanis i Echeve–
rría, natural de
~zpeitia,
comerciante, casado en Córdova
de Tucuman
i
en Guayaquil; Juan Antonio Neira, que se
casó tambien dos veces i una de ellas en Concepcion; i
María del Rosario Perales, alias Muzanga, mulata, viuda,
vecina de Lima, por hechos sortílegos.
Nicolas Flores, clérigo, cura de la doctrina de San Pe–
dro del arzobispado de los Reyes, de cuarenta i ocho años,
acusado de haber escrito un papel en que con relacion a
los confesores que habían auxiliado a la Castro, sostenía
que la reo habia sido injustamente acusada, contravinien–
do de esta manera a lo's dispuesto por el Tribunal de que
n.adie hablase ni tratase sobre la materia. Fué acusado
igualmente de que en un escrito que enviaba al obispo del
Cuzco, dándole cuenta del auto de fe en que el padre
Ulloa habia sido quemado en estatua, se afirmaba en que
no habia podido condenársele a dicha pena por no haber
mediado contumacia de parte del reo. Estas proposiciones
fueron calificadas por el fiscal como nheréticas de fauto–
ría, escandalosas, temerarias, denigrativas e injuriosas",
concluyendo por pedir que Flores fuese puesto a cuestion
de tormento, quien al fin salió condenado, entre otras pe–
nas, a quinientos pesos de multa, debiendo declarar que
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