CVAPÍTULO XXIV l
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"todos estaban
obligados ~
a creer
y
confesar que las deter–
minaciones del Santo .Tribunal son conformes
y
justas."
Fr. Juan Ventura de Aldecoa, natural de Bilbao, mer–
cader de Potosí, denunciado de que conversando ' en el
claustro de la Merced de Sevilla, se había sostenido en
que los Inquisidores habian procedido con pasion en la cau–
sa del padre Ulloa, no sabiendo siquiera lo ·que era de su
obligacion. Con este motivo se le previno, una vez que fué
reducid~
a prision, que las causas del Santo 'Oficio se se- /
guian con toda independencia, sin pasion ni odio, i que
sus resoluciones se debian venerar, por ser siempre arre- .
gladas a lo que constaba del sumario, ·estando prohibido a
los particulares abrir
discu~ion
sobre los motivos de dichas
sentencias; concluyendo por condenarle a que para en–
mie~da
en lo futuro, abjurase
de levi
i pagase quinientos
pesos de
multa~
En este tiempo se fallaron tambien las causas de · los
secuaces del padre Ulloa, Urnanzoro, las Gonzalez, Mu–
guerga, la Villanueva, la Flores,
i
Cristóbal Sanchez o
Guimaraes, de que daremos cuenta por estenso al tratar
de la Inqusicion de Chile.
A principios de
1737
el Tribunal remitió
<;t
España la
causa de Pedro de Zubieta, canónigo de la catedral de
I.Jima, 11pues siendo persona egréjia, por lo tocante a la
dignidad que obtiene, decian los Inquisidores, nos ha pa–
recido.noproceder en ella hasta consultar con·V.
A."
El reo se denunció en
30
de enero de
1737,
diciendo
ser natural de Lima, de edad de cincuenta
i
tres años,
·i
· de que siendo .cura de la doctrina de Chiquian, habia co–
menzadG> a confesar a doña Lorenza de Fuentes, relijiosa
profesa del monasterio de la Concepcion, ministerio en
que se habia ocupado durante cuatro o cinco meses, oyén–
dola cada quince dias
i
a veces cada ocho. Que habieüdo
tenido que ausentarse, le escribió algunas cartas, i .a su
regreso 11habia tenido con ella grandísimas conversaciones
amorosas
y
deshonestas en el confesonario;" i que no con–
tento 90n ésto, de comun acuerdo, habían abandonado
para el intento el confesonario i seguido sus charlas en el
locutorio.
·
La monja, que por su parte entró tambien en escrúpu-