CAPÍTULO XXIV
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Mansilla, natural de Santiago del Estero, carretero, que
viajaba de Mendoza a Buenos Aires, procesado porque en
las noches cuando alojaba, junto al fogon, sacaba un cris–
to sin brazos i atándolo a un azaclor le daba de bofetadas;
Fr. Francisco Jurado, de Trujillo, lego profeso, acusado
de haber contraído matrünonio; José de Meneses, zambo
limeño, testificado de haber dicho estando en su casa en
compañía de varios amigos:
''áh! demonios, tráigann1e
aquí un melon," el cual había repartido entre las visi- ·
tas.
Doña Rosa Gallardo, que pretendía valerse de hechizos
para atraerse a un amante; María Ro.salía, cuarterona, ca–
sada, acusada de sortílega; Pedro Martín de Basail, vecino
i
natural de Lüna, que sostenía que el que moria en peca–
do mortal no se condenaba, que la siinple fornicacion no .
era pecado, i que el casado que moría tocaba a las puertas
del cielo, i que, por el contrario, a la mujer que se encon–
traba en iguales circunstancias, la echaba San Pedro para
abajo, como diciéndole se fuese a los infiernos, todo por
los muchos disgustos de que sin duda habría sido causa.
Juana de Santa María, mestiza, de Guancavelica, de–
nunciada de gastar polvos, ungüentos i otros mistos para
engatuzar a los hombres; Andres Labrada, gallego, aficio–
nado a blasfemar; Fr. Manuel Mosquera, relij ioso de San
Juan de Dios, que ·hallándose· encª'rcelado en su convento
por algunas faltas, le dijo allego que le llevaba de comer
que si creía que el cuerpo de Cristo estaba en la hostia
consagrada,
i
contestándole el interesado. que sí creia, le
replicó consagrándole el pan que le servía; Fr. Antonio de
Sotomayor, lego
francisca~no
del Cuzco, por celebrante; Fr.
Pedro de Aranda, franciscano, cura de la Magdalena, de–
masiado inclinado a besar i estrechar las manos a sus pe–
nitentes.
Manuela de Castro, que estando presa, solicitó a otra
mujer para que con diabólicas artes hiciese volver a su la–
do cierto amante que se le había escapado; María de Va–
lenzuela, de veintiocho años, costurera, que no bastándole
sus gracias naturales, pretendía valerse de maleficios para
sacar el dinero a los hombres; Alvaro Cáceres, amansador,
de Córdova, procesado por bígamo; Cristóbal Gonzalez,