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LA INQUISIOION DE LIMA
al lugar que se le señalase por el Santo Tribuna], donde
fuese instruida en los misterios de nuestra santa fe, con
otras saludables
y
espirituales. 1.1-,ueron sus padrinos don
J
oseph de Tagle Bracho, marques de Torre Tagle,
y
don
Ventura I.Jobaton
y
Hazaña, fanliliares del Santo Oficio.
nConcluida la lectura de las causas
y
sentencias, baja–
ron los reos de el tablado donde estaban, y conducidos al
presbiterio de la capilla mayor, se separaron de los demas
los dos que tenian sambenito de media aspa, e hincados
de rodillas delante de la mesa y asiento de los señores in–
quisidores, puestas las Inanos sobre la santa cruz
y
evan–
gelios que allí estaban, repitieron la abjuraciori.
de vehe–
menti,
que les fué leyendo don
J
oseph Thoribio Roman
de Aulestia, como secretario del Secreto. Y levantado en
pié el señor Inquisidor n1as antiguo, doctor don Gaspar
Ibañez, con estola morada al cuello, recitó en el
~1anual
Romano las oraciones señaladas, a que habiendo seguido
el himno
Ven~i c1~eator
spiritus,
cantado eon devota ento–
nacion por la comunidad de los religiosos asistentes, hizo
el referido señor Inquisidor a los postrados reos las pre–
guntas de los artículos de la fe, en cuyas respuestas ma–
nifestaron su creencia
y
su instruccion;
y
.pasando a decir
el psalmo del
Miserere
destinado a la penitente ceremo–
nia, los clérigos que habian acompañado la cruz de la ma–
yor parroquia: que ya allí se hallaban prevenidos, como
sacros ministros de la piadosa pena, les herian con sendas
varas las espaldas, haciéndole a cada verso los repetidos
golpes, ecos de arrepentimiento de las voces de la contri–
cion: acto a que sucedió la absolucion que les dió el In–
quisidor, segun la forma del mismo Manual
y
el sacro
estilo de semejantes casos. Despues de cuya accion, apar–
tados los dos reos referidos, llegaron los dema.s, y arrodi–
liados ante los mismos señores en la forma que aquellos,
pronunciaron la abjuracion
de levi,
que les fué leyendo el
n1ismo secretario. Con que habilitados todos por mano de
la penitencia a la asistencia del sacrosanto sacrificio de la
misa, que habia suspendido la presencia de los que ántes
eran detestables, prosiguió luego en el altar mayor, ante
cuya peaña postrados éstos, y encendidas las velas que
llevaban, al tiempo del
Sanctus,
fué cada uno besando la