CAPÍTULO XXIV
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do segundo matrimonio en esta ciudad, viviendo en el
pueblo de la J apallanga en la provincia de Xauxa, su pri–
mera muger. Abjuró
de levi,
fué advertido, reprehendido
y
comminado,
y
condenado en la pena de doscientos azo–
tes, que se le diessen por las calles públicas, a voz de pre–
gonero que publicasse su delito: en la de
dest~erro
por
tiempo de cinco años al presidio de Valdivia, donde sirva
a S. M. a raeion
y
sin sueldo,
y
sea instruido por el co–
missario del Santo Officio en los n1isterios de nuestra
santa fe
y
doctrina christiana,
y
en otras saludables
y
espirituales. Y en quanto al vínculo del matrimonio, se
, remitió al juez ordinario eclesiástico, que de la causa pue–
de
y
debe conocer. Apadrináronle don Joseph de Llamas,
general del Callao,
y
don Antonio Sarrniento Sotomayor,
conde del Portillo, familiares del Santo 0fficio.
11Juana
Cald~ra,
quarterona de mulato, libre, natural
y
vecina de esta ciudad, de edad de n1as de treinta años,
de estado casada,
y
sin exercicio alguno. Salió en cuerpo
al auto, en forn1a de penitente, con coroza, en que estaban
delineadas insignias de supersticiosa, hipócrita y embuste–
ra, soga
y
vela verde, por maestra famosa en las artes de
superstieion
y
el maleficio, con que solicitaba personas a
' quienes propinar bebidas amatorias, atractivas de los hom–
bres, así para que éstos las a1nasen, como para que no se
apartasen de aquella ilícita .comunicacion, con que logra- ·
ban las conveniencias del clinero
y
fortuna que les produ–
cía. A que añadia varias aguas confeccionadas de diversas
yerbas en que las bañaba, con encantaciones
y
conjuros,–
en que mezclaba palabras sagradas
y
la señal de la cruz:
todo a efecto de vender este maléfico beneficio por lá
plata, que era el precio de su paga. Abjuró
de levi,
fué
advertida, reprehendida
y
conminada,
y
condenada, como
los precedentes, en la pena de doscientos azotes (que
por justos motivos no se ejecutaron) _
y
en la de destjerro
por tiempo de cuatro años, que hubiese de cumplir en la
ciudad de lea, reclusa en el beaterio
de
dicha ciudad,
y
en
otras instructivas
y
saludables. Fueron sus padrinos, don
Isidro Cosio, del órden de Alcántara, prior del Consulado
de esta ciudad, y don Juan Antonio de Tagle, familiares
del Santo Oficio.