CAPÍTULO XXIV
291
para
~us
maleficios. Abjuró
de lev1·,
fué advertido
y
re–
prehendido
y
comminado,
y
condenado en la pena de
doscientos azotes, para el dia siguiente,
y
en la de destie–
rro, en la forma que la reo antecedente, al presidio de
Valdivia por siete años, con algunas penitencias saluda–
bles en el hospital de San Juan de Dios del mismo presi-.
dio, donde fuesse instruido
1
en nuestra santa fe;
y
fué
inhabilitado perpetuamente para ascender a sacros órde–
nes. Fueron sus padrinos, don Francisco de los Santos
y
Agüero y don Joachim de los Santos Agüero, regidores de
esta ciudad
y
familiares.
11Pedro Sigil, mestizo, natural de la villa de Guancave–
lica, residente en el pueblo de Atunyauyos en la provin–
cia de Yauyos, de edad de quarenta años
y
de exercicio
labrador. Salió en la forma que los precedentes, con coro–
za de supersticioso
y
sambenito de media aspa, soga
gruesa y vela verde, por los delitos de haber hereticado y
apostatado de nuestra santa fe cathólica, idolatrando y dan–
do culto gentílico a sus ídolos, con sacrificios y adoracio–
nes en su honor, oblaciones de bebidas y frutos de la tie–
rra,
y
víctimas que degollaba delante de ellos, ele carneros
de Castilla
y
de otros animales de este payR, nombrados
llamas,
que ofrecía poi· medio de otra mestiza, que habia
erigido en sacerdotisa de aquellas falsas aras, a quien
prestaba summa reverencia: passando a afirmar que aque–
llos ídolos eran los autores de todos los bienes, dándoles
la. vida, el sustento
y
la abundancia de los frutos,
y
li–
brándolos de las enfermedades y las pestes: actos idolá–
tricos a que había destinado en las semanas del año el
dia mártes,
y
singularmente el precedente a las vísperas
del
Corpus Christi.
La forma de estos sacrificios era la
de matar aquellos animales para hacerlos comida de los
ídolos, entrándoles el cuchillo por un costado; miéntras la
sacerdotisa; oculÚt en un sótano u horno, estaba esperan–
do la sangre vertida de mano de este apóstata, que se la
entregaba cogida en unos vasos, que acá se llaman
rnates,
para que la diese a beber a aquellos mismos ídolos,
y
des–
pues la regasse por el suelo, donde la referida estaba con
el
quipo,
que es un atado en que los naturales guardan
,
sus trages
y
comidas. De que lograba el que los alcaldes