CAPÍTULO XXIV
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buenas intelijencias que la Compañía mantenia en España,.
la resolucion del Consejo llegó a saberse en Lima ántes de
que se diese lectura a la órden del Consejo, de que lasti–
madísimos los ministros escla1naban dirijiéndose a aquel
alto cuerpo: 11en ésto podrá
\r.
A.
conocer el estado a que
ha ·negado en este tiempo el Santo Oficio, sobre que solo
nos queda lugar a la compasion
y
rogar a V.
A.
por el
d .
g
reme
10 ·"
I-Iabian, miéntras tanto, trascurrido cinco años sin que
la capital hubiese presenciado ningun auto de fe, ni aun
de los menores que se celebraban en la capilla del Tribu–
nal o
~n
la iglesia de los domínicos, hasta que por los
fines de
1730
se presentó en la persona de _Roberto Sha.w,
el solo penitenciado, la ocasion de uno, acaso el mas pobre
de cuantos hasta entónces habian tenido lugar.
Era aquel un marinero de la espedicion de Clipperton,
natural de Halifax, que desertándose en Panamá i me–
tiéndose en un barco español habia ido a parar al Callao
i
de ahí al Cuzco. Preso 11por hereje
y
calvinista de profe–
sion," despues ele nueve meses de cárcel, pidió que le bau-
.tizasen, manifestando que queria reconciliarse con la Igle–
sia católica. Diósele, en consecuencia, como instructor a
Fr. Tomas Correy, a quien, despues de tenerlo mediana·
mente instruido en las verdades de la relijion, con poco
aprovechamiento de ellas, se le huyó un buen dia, despues .
de descerrajarle un baul i de llevarle algunas
alha.j~s
i
ciento sesenta pesos en plata, para ir a pareeer a Puno,
donde se habia establecido con una carniceria, en unio.n
de una mulata esclava i de una mujer española. Llevado
nuevamente a Lima i conclusa su causa, se le mandó ab–
solver
ad cautelam,
sin abjuracion, con órden de que se
confesase tres veces en el primer año
i
rezase todos los
sábados, de rodillas, un tercio del rosario.
Mas notable habia de ser el auto que se acordó tuviese
lugar .el dia
12
de julio de
1733,
a cuyo efecto pasó San–
chez Calderon a manifestar esta resolucion al Virei, Mar–
qués de Castelfuerte, quien no solo ofreció para el auto el
concurso de las milicias
i
la asistencia de la Audiencia,
9.
Carta de
12
de enero de
1789.