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LA INQUISICION DE LIMA

sino que aseguró que podia tambien contarse con su pre–

sencia. ·volvió el Fiscal al día siguiente a tributar las

gracias al Marqués i a significarle al mismo tiempo que

por el estado de atraso en que se encontraban las rentas

del municipio, el auto se celebraría en la iglesia de Santo

Domingo i no en la plaza, único sitio a que sus anteceso–

res habian acostu1nbrado concurrir cuando no se hallaban

de incógnito dentro de_ lo que vulgarmente llamaban jau–

las. Porfió el Virei en que apesar de eso quería hallarse

presente, i como no hubiera forma de disuadirle de su empe

ño, hubo de tener lugar la ceremonia como si se tratase

de un·a pública

10 •

,

El mui famoso doctor don Pedro de Peralta Barnuevo

i Rocha, a quien el Virei, deseando perpetuar el recuerdo

de una fiesta cuya solemnidad en gran parte le era debi–

da, dió el encargo de publicar su relacion, cuenta que

uapénas habia amanecido el dia señalado, pasó unn compa–

ñía. de infantería con fusil i bayoneta calada a guardar el

cementerio del templo para contener al pueblo, cuya cu–

riosidad era tan grande que fué necesario resistir lo mis–

mo que se debía celebrar."

Junto el ac

ompañam

iento del Virey en Palacio, pasó

en carroza a las

casas.de

la Inquisicion i clespues de apearse,

penetró en el patio del Tribunal, con la Audiencia, Tribu–

-nal de Cuentas i el Cabildo, llegando hasta las gradas del

A_nte-tribunal, donde ya lo esperaban los Inquisidores,

tomándolo al medio para comenzar luego la procesion.

Iba en la vanguardia un trozo de soldados de caballería,

vestidos de rico paño azul con botonaduras de plata i bandas

de terciopelo carmesí, rematadas de hevillaje igualmente de

plata, con espada en mano. El resto de la caballería se había

abierto en dos alas para cojer en medio i protejer la pro–

cesion. Venian despues las compañías de infantería del pre–

sidio del Callao; luego seguía la cruz de la Catedral, llevada

por el cura don Ignacio Diaz, acompañado de numerosos

clérigos, revestidos de magníficos sobrepellices. Seguían

los familiares, adornados de sus veneras i hábitos, los ca–

lificadores, títulos i caballeros que iban de padrinos, todos

10.

Carta de

16

de octubre de

1788.