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CAPÍTULO XXIV

285

viera con las lámparas, le mandó que le hiciese volver a

su oficio; pero aquél, que .ndebajo de su tiznado color, es–

presaba Gutierrez, es de mucha razon y punto", se negó

a ello redondamente.

Miéntras esto pasaba en el Santo Oficio, el Virei envió

a uno de sus jentiles-hombres a casa de Gutierrez para

pedirle que le informase de lo sucedido, i pasando en per–

sona a verle en aquella misma tarde para espresarle cuán

sentido se hallaba con el proceder de Ibañez; a quien el

obispo procuró entónces disculpar, manifestándole que

aquel era solo un negocio entre compañeros, de que él no

debía darse por aludido .... Despues de esto, Ibañez vi–

no a comprender que el paso que había dado era manifies–

tamente ofensivo al ·virei, a quien dió sus escusas, haGién–

dole presente que su enojo habia nacido de que no se

le hubiese avisado que estaba en las casas de la Inquisi–

cion para haberle hecho en persona los honores correspon–

dientes a su rango.

Esplicando Gutierrez al Consejo la razon de la malque–

rencia de sus colegas hár-ia él, entra en algunos pormeno–

res que conviene declarar. Atribuíala, en primer lugar, a

los numerosos asuetos que los jueces acostu1nbraban darse

con cualquier pretesto, i eso 11Íuera de los de tabla, que

son, con poca diferencia, la n1itad del año," siendo que el

sueldo de que disfrutaban, tanto Ibañez como Calderon,

ascendente a cuatro mil novecientos sesenta i tres pesos

i

pico, sin ayudas de costa's

7 ,

bien les hubiera permitido es–

casarse de semejantes holganzas; el haberse el esponente

resistido a que Ibañez nombrase de secretario a Lorenzo

Rizo, que hacia de relator en lo civil, empeño en que ha–

bía salido mal, por cuanto el candidato resultó ser hijo

bastardo de un jenoves i de una mujer espúria de cierto

eclesiástico, interesado, mui codicioso i tan mal reputado,

que tenia al Tribunal con dos mil quejosos en su ministe–

rio de relator, por mas estofado que se hallase con su grado

de doctor. Refería., ademas, que otro tanto había ocurrido

en el nombramiento de un consultor i en el del cirujano del

Tribunal, reca.ido en un José de Ayala, mulato, i por aña-

7.

Carta

de

los Inquisidores

de

31 ·de

mayo

de

1734.