CAP. XV-LOS CORSARIOS INGLESES
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comenzaban á hacer las naves francesas en estos
mares, entre otros motivos, por <re] peligro de intro–
ducirse la herejía en estas partes, donde resplandece
la religión católica romana con muchalimpieza; por–
que en dichos bajeles, añadía,
y
en especial en el
del capitán don Julián Fuquer, vinieron muchos ho–
landeses luteranos
y
calvinistas, dos de los cuales,
en compañía de algunos franceses, fatigados de
navegación tan dilatada ó aficionados á lo abun–
dante
y
pingüe de la tierra, se quedaron ocultos
en ella. Y á no descubrirlos mi cuidado,
y
averi–
guado ser holandeses luteranos, pudieran empezar
á sembrar la herejía por la gente rústica, en espe–
cial entre los indios bárbaros, inquietando su na–
tural inconstante á sublevarse contra vuestros va–
sallos. Y recelando este tan pernicioso daño, los
recogí luego á un colegio de Padres de la Compa–
ñía, donde quedaron catequizándose, aunque con
poca
esperan~a
de que abjuren sus herejías.»I5
Influenciado, sin duda, el Monarca por los ele–
nuncios de este tenor que llegaban á su noticia,
motivados por los frecuentes arribos de las naves
francesas que se llamaron del comercio libre á los
15
Ca1·ta del oido1· don Diego de Zúfiiga y Tobar de 15 de Octu–
b¡·e de
1704.
Ya que hemos nombrado
á
Frezier, no estará demás
que oigamos su opinirín acerca de lo que era la Inquisición en Chile
en esa época. uEl Tribunal de la Inquisición está también estableci–
do en Chile; el comisario general reside en Santiago, y sus oficiale ,
como familiare y emisarios, se hallan di persos por todas las ciuda–
des
y
aldeas de su dependencia.
e ocupan de las visiones de los bru–
jos, verdaderos ó falsos,
y
de ciet·tos delitos sujetos
á
la Inquisición,
como la poligamia, etc., porque, en cuanto
á
los herejes, estoy cierto
que no les cae uno
á
l:ts manos: se estudia allí tan poco, que no hay
miedo de cxtl'aviarsc por una excesiva cut'iosidad .. ·"
Relation
clu,
voyage ele la Me1· du Sud, Pa1·is,
1716, pág. 95.