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I1 QUI ICIÓN DE CHILE
cuando el reo acababa de pre entarse en el Tri–
bunal) donde, tenida con él la primera audiencia,
se le permitió regresar á Ohile.3
Pertenece también á estos años otra informa–
ción contra Juan Griego, mercader, e tanteen la
Imperial, sobre que «diciéndole cierta persona, re–
fieren los Inquisidores, que Dios lleYaría al cielo un
difunto, dijo este reo que los santos patriarcas y
profetas solamente iban al cielo cuando morían,
pero que nuestras almas,-diciéndolo por sí y los
demás, cuando morían iban al paraíso terrenal, y
reprendiéndole alguno de los que estaban allí,
respondió: «¡ Oh! pobres ele nosotros, qué engaíia–
dos vivimos! n Caliücáronse por dos teólogos de he–
réticas las dos proposiciones que de alli se sacaron .
Visto con el Ordinario y consullores, se mandó
prender con secuestro de bienes y escribióse al co–
misario de Chile que lo ejecutase.
Juan Pascual, residente en Santiago, procesado
por la misma época, sobre que dijo: «por vida de
Dios, pese á Dios, y no creo en Dios) » fué manda–
do presentarse en Lima para ser encerrado en las
cárceles y «proceder á lo demás hasta hacer justi–
cia,» pero murió cuande aún su causa no estaba
fallada.
1
Los procesos seguidos á todos los reos anterior–
mente nombrados, ya fuera por falta de Lestigos ó
por la poca irn portancia de los hechos que se les
3
Ca,·ta rlel Consejo de 3 de Abril de 1581.
1 En Madrid e recordó á los Inqui idores, con motivo de este pro–
ceso, que en cuanto
á
las prisiones por bla femias debía guardarse la.
instrucción, que s<Ho las autorizaban siempre que hubiese temor de
que los reos se fugasen.