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CAP. XI- VARIOS PROCESOS

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que esto no está probado . Hay otras cosas contra

este reo, que por no ser de mucha consideración

no se dicen, aunque agravan

.6

El franciscano fray Cristóbal de Rabanera á

quien hemos visto figurar anteriormente, fué tes–

tificado de haber dicho que era mayor mal dejar

de visitar á los frailes de cierto

á

cierto tiempo que

levantar un falso testimo.,..,.· o.7

Dos testigos cuyas deposiciones se recibieron en

Mendoza por autorización del Comisario

Santia-

6

«Paresce por el dicho proceso que se le dió licencia por el Santo

Oficio al dicho chantre

el

ai10 de 86 l?ara ir

á

Espaiia, que fuera bien

se hobiera proseguido esta causa y no dado la dicha licencia hasta

haberse concluído.n-.iYota

de Rui::; ele

P1·aclo.

Ruíz de Aguilar llegó

a

Chile en 1560, como chantre de la Cate–

dral de Santiago, y por falta de sacerdotes, el Obispo González le pro–

Teyó de cura y vicario de algunas ciudades del sue. J\>Iuerto aquél, !á

Sede Vacante le nombró para los Confines, cargo que sirvió dos años.

pasando en se.guida á ser visitador y vicario general de Yaldivia, Vi–

llarrica, Osorno y Castro. De regreso á Santiago, se le envió á la

Serena

y

después á Cuyo, donde permaneció un año. Con ocasión

de la muerte del Obispo Barrionuevo se le llamó

á

Santiago para

confiarle el cargo de provisor y vicario general. 1\Iás tarde pasó á

Lima, al concilio, y hubo de quedarse allí

a

causa

rle

haber venido

su prebenda tan á menos que no valía doscientos pe: ·s. El Arzobis–

po de aquella ciudad le proveyó por visitador genera:, o.rgo en que

prestó particulares servicios,

y

en cuyo desempeño contra,c 'ma grave

enfermedad. En 1588, aunque tenía licencia para irse á Esp" ñ'l, como

hemos visto, se hallaba todavía en Lima solicitando se le concediese

allí una prebenda. Contaba en esa fecha cincuenta

y

nueve aiios

c'.<l

edad.

En el desempefto de su cargo de visitador general ele las provin–

cias del sur, Ruíz ele AguiJar, á quien

la

Audiencia había recomen–

dado que no reconociese al Obispo de la Imperial más.- jurisdicci<ín

que la que le competía en su Catedral, hubo de proveer los curatos

y más tarde, cuando la sede Yacante le eligió por proYisor, con mo–

tivo de la guerra, mantuvo soldados

y

les suministró armas

y

ca–

ballos.

7 «Hay otras cosas contra este reo, que no

on de consideración,»

apuntaba Ruíz de Prado.