CAP. XI-VARIOS PROCESOS
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El capitan Diego García de Cáceres, residente
en Santiago, denunció de sí ante el Comisario de
haber dicho con ira: (l no creo en DioS.>>
Tres testigos acusaron
á
Diego de A'mpuero,
negro, de haber dicho, teniéndole colgado azotán–
dole, «lleve el diablo
á
Dios, no creo en Dios, re–
niego ele Dios. ,, De letra del notario que recibió
la información se encuentra esta nota: ((ahorcá–
ronle. >>
Juan de Oliva, cura
y
vicario de la ciudad de
Mendoza, fué denunciado por dos testigos de que
diciendo
á
un zapatero que 1!3 echase unas
cabeza~
das en unas botas, le añadió que las entremetiese
entre otras obras) como dijo Jesucristo á San Pe–
dro
y
á sus discípulos cuando le preguntaron:
,<Señor, nosotros qué haremos de mujeres,,, res–
pondió: «ánda por el mundo
y
entremeteos por
ahí;n
y
luego expresó que esto no lo decía él, sino
el Obispo de Quito.
De lo antedor se deduce, pues, que si en los tér–
minos ele la jurisd icción del Comisario de Santiago
-sin contar con otros procesos más graves de que
luego trataremos-no escaseaban los delitos ele fé,
en lo restante del país ocurría otro tanto. Vamos
á ver que no hubo ciudad alguna del reino donde
no se iniciase algún proceso.
1'ribunal, por i\Iarzo de
1583,
de haber dicho, estamlo retraído en una
iglesia por cierta pendencia
y
qucriend<:> la justicia sacarle de ella:
«no creo en Dios si intentáis sacarme ele ella, si nó, tengo de mata–
ros;"
y'
que asimismo había dicho en presencia ele ciertas personas,
que con los pobres se ha ele usar ele misericordia,
y
con el que no
la usare, Dios no pued-e usarla con él. Un testigo expresó haber oído
decir á este reo, estando con él
á
solas, con cierta ocasión, «no creo
en Dios. n