Previous Page  204 / 462 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 204 / 462 Next Page
Page Background

CAP. VII-FUNDACIÓN DEL SANTO OFICIO

189

Un siglo cabal después de estampadas las ante–

riores palabras, otro escritor no menos famoso en

Lima que el que acabamos de citar,

~1

doctor don

Pedro de Peralta Barnuevo, declaraba, por su parte,

que aquel 'rribunal «fué un sol á cuyo cuerpo se

redujo la luz que antes vagaba esparcida en la es–

fera de la religión. Es ese santo Tribunal el pro–

pugnáculo de la fé y la atalaya de su pureza; el

tabernáculo en que se guarda el arca de su santi–

dad; la cerca que defiende la viña de Dios y la

torre desde donde se descubre quien la asalta; el

redil donde se guarda la grey católica, para que no

la penetren el lobo del error, ni los ladrones de la

verdad, esto es, los impíos y herejes, que intentan

robar á Dios sus fieles. Es el río de la Jerusalen

celeste, que saliendo del trono del Cordero, riega

con el agua de su limpieza refulgente el árbol de

la religión, 9uyas hojas son la salud del cristianis–

mo. Sus sagrados ministros son aquellos ángeles

veloces que se envían para el remedio de las gen–

tes que pretenden dilacerar y separar los sectarios

y los seductores: cada uno es el que con la espada

del zelo guarda el paraíso de su inmarcesible doc–

trina y el que con la vara de oro de la ciencia mide

el muro de su sólida firmeza.>>

30

, Pintando el beneficio que llegara á realizar en

las vastas provincias sujetas á su jurisdición, aquel

cronista agregaba: «Á. los Inquisidores, más be-

Alcázar en que vive á lo seguro

Ornada virgen, virgen española,

Sin cuyo abrigo fiel, hecha pedazos

Hoy la trujeran mil herejes brazos!

30

Relación del auto de

fé,

etc.,

Lima, 1733.