CAP. VII-FUNDACIÓN DEL SANTO OFICIO
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ción diciendo que á su noticia había venido que
muchos sacerdotes confesores, clérigos y religiosos,
pospuesto el temor de Dios Nuestro Señor y de
sus conciencias, con grave escándalo del pueblo
cristiano y detrimento espiritual de sus prójimos,
sintiendo mal de las cosas de nuestra santa reli–
gión y santos sacramentos, especialmente del de
la penitencia, y en menosprecio de las penas y
censuras por Nos promulgadas en los edictos ge–
nerales de la fé que mandamos publicar, se atre–
ven á solicitar á sus hijos é hijas espiritl,mles en el
acto de la confesión ó próximamente á ella, an–
tes ó después, induciéndolas y provocándolas con
obras y palabras para actos torpes y deshonestos,
entre sí mismos, 6 para que sean terceros 6 terce–
ras de otras personas, y que en vez de reconciliar–
las con Dios por medio del dicho santo sacramento,
que es la segunda tabla despu és del naufragio de
la culpa y el único remedio que el mismo Cristo
dejó en la Iglesia para su reparo, le convierten en
veneno mortífero y cargan las almas que, arrepen–
tidas, le buscan á los piés de los dichos confesores,
con mayor peso de pecados. Y que demás desto,
continuando los dichos confesores su dañada
y
perversa intención, á fin de huir ·y castigar por
este medio las penas y castigos del dicho delito,
cuando los dichos sus hijos ó sus hijas espirituales
se van á confesar con ellos, antes de persignarse,
ni comenzar la confesión sacramental, las divier–
ten de aquel santo propósito, diciéndolas y persua.–
diéndolas que no se confiesen por entonces, y las
solicitan y provocan para las dichas deshonestida–
des ó tercerías; y que otras veces, con el mismo
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