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H2

INQUISICIÓN DE CHILE

Los pocos hombres

á

quienes no había alcanza–

do el general contagio del desenfreno de las cos–

tumbres

y

el abandono de los preceptos religiosos

que dominaban en el vireinato del Perú poco des–

pués ele la conquista, instaban porque se enYiasen

de una vez inquisidores que viniesen á remediar

<das cosas que se hacían en deservicio de Dios

y

de su

honra.nl

Don fray Pedro de la Peña, obispo de Quito, decía,

por su parte, al cardenal Espinosa, presidente del

H.eal Consejo é inquisidor general: <<estando en

Corte, clamé al Rey muchas veces y

{t

su Real Con–

sejo que se proveyesen estos reinos de Inquisición

más que ordinaria, porque de la ispirencia que

tenía de Nueva España entendía ser nescesarin;

llegado

á

estos reinos, hallo aún ser muy más nes–

cesario, en especial en este obispado donde yo

estoy... Nuestro predecesor en todo nos hizo ven–

taja : en una cosa siento yo haber sido falto, que

era tan amigo do todos que á ninguno queeía dar

pena: desta bondad tomaron licencia muchos para

Yivir con más libertad de la que el Sancto Evange–

lio permite, ha habido

y

hay cada día cosas gra–

ves de blasfemias, doctrinas é interpretaciones de

Sagrada Escriptura y lugares clella, libertades gran–

des en hablar cosas que no entienden, y cada uno

le paresce ques doctor, y como en lo temporal han

tenido licencia para se atrever al Rey, en lo espi–

ritual la tornan para se atrever á Dios. Casados

dos veces hay muchos, una en España

/y

otra por

acá; toman alas del favor que les clan algunos de

l

Ca1·tcu al Rey ele (my Juan ele rhe,·o, C·u::co.

1568.