CAP. VII-l<'UNDACIÓN DRL SANTO OFICIO
H7
y
herej ías, siempre procuran pervertir
y
apn.r–
Lar de nuestra santa fé católica á los fieles
y
de–
,·otos cristianos,
y
con su malicia
y
pasión
t~abn.jnn con todo estudio de atraerlos á sus dafíadus
creencias, comunicando sus falsas opiniones
y
he–
rrjías,
y
divulgando
y
esparciendo diversos libros
heréticos
y
condenados,
y
el yerdadero remedio·
ronsiste en desYiar
y
excluír del todo la comuni–
cación de los herejes
y
sospechosos, castigando
y
extirpando sus errores, por evitar
y
estorbar que
pn.setan grande ofensa. ele la santa fé
y
religión cn.–
Lólica
ú
aquellas partes,
y
que los naturales clellas
sean pervertidos con nueyas, falsas
y
reprobadas
doctrinas y errores; el Inquisidor Apostólico Ge–
neral en nuestros reinos
y
señoríos, con acuerdo ele
los de nüestro Consejo de la General Inquisición,
y
consultado con Nos, ordenó
y
proveyó que se pu–
siese
y
asentase en aquellas proyincias el Santo
Oficio de la Inquisición,
y
por el descargo de nucs–
tm real conciencia
y
de la suya, diputar
y
nom–
brar Inquisidores Apostólicos contra la herética
pravedad
y
apostasía,
y
Jos Oficiales
y
Ministros
necesarios para el uso
y
ejercicio del Santo Oficio .
Y
porque conviene que les mandemos dar el faYor
de nuestro Brazo Real, según
y
como católico prín –
cipe
y
zelaclor ele la honra de Dios y beneficio de
la República Cristiana, para ejercer libremente el
Santo Oficio; mandamos á nuestros Vireyes, Pre–
sidentes, Oidores y Alcaldes del crimen de nues–
tras Audiencias Reales,
y
á cualesquier Goberna–
dores, Corregidores
y
Alcaldes mayores, y otras
justicias de todas las ciudades
1
villas
y
lugares
do las Indias, así de los españoles, como de los