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INQUISICIÓN
DE
CHILE
Desde
el
otro ex:tremo del vireinato, el vicario
general de lAs provincias del Tucumán, Jur.íes y
Diaguitas, el licenciado Martínez, escribía, por su
parte, al Consejo de Inquisición que ((en estos rei–
nos del Perú es tanta la licencia pára los vicios y
pecados que si Dios Nuestro Señor no envía algún
remedio, estamos con temor no vengan estas pro–
vincias
á
ser peores que las de Alemaña... Y todo
lo que di go está probado; y atrévome á decir con
e1 acatamiento que debo, considerando las cosas
pasadas y presentes, que enviando Dios Nuestro
Señor á estos reinos jueces del Santo Oficío, no se
acabarán de concluír los muchos negocios que hay
hasta el día del juicio.
n3
(( En cuanto al gobierno ele aqL1el reino, añade
á
su turno el virey don Francisco de Toledo, ha–
llé cuando ll egué a él que los clérigos y frailes,
obispos y prelados de las Órdenes eran señores de
todo lo espiritual, y en lo temporal casi no cono–
cían ni tenían superior; y V. M. temía un contínuo
gasto en vuestra real hacienda, con pasar á costa
de ella cada flota mucha cantidad de clérigos y
frailes, con nombre ele que iban á predicar/ ense–
iíar y doctrinar á los indios, y en realidad de ver–
dad, pasaban muchos ele ellos á enriquecerse con
ellos, pelándoles lo que podían para volverse ri–
cos.. . Los dichos sacerdotes tenían cárceles, algua–
ciles y cepos donde los prendían y castigaban
1563. Habiendo ido á Lima con ocasión del concilio provincial, murió
alli en 7 ele i\Iarzo ele 1583, dejando un cuantioso legado
á
la Inqui–
sición. Véase Gomález Dávila,
Teat1·o eclesiástico,
t.
II, pág. 72;
.Y
Alcedo,
Diccirmw·io .
3
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al
Ccwclenc~l
Espinosa, Los Charcas, 23 ele Diciembre
de 1567.