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INQUISICIÓN DE CHILE
todo este reino del Perú se tratase, y se pu–
diese con facilidad ir á España,» pú.sose en ca–
mino hácia el oriente, llevando ciento veinte hom–
bres y más de quinientos caballos; pero cuando
se hallaba ya á quince leguas del sitio en que pen–
saba fundar, esperando por momentos un ataque
de los indios que habitaban aquellos sitios, amo–
tináronse á media noche los soldados de Almen –
dras y . otros que iban con miedo, pareciéndoles
«que eran muchos los indios con quienes habían
de pelear, y gritando: E<Viva el general Jerónimo
Holguín,» á quien los conjurados habían nom–
brado por su jefe, prendieron á Aguirre, á sus
hijos y amigos, desarmaron á los demás que se
mostraban de su parte, autorizando su proceder
con decir que tenían para ello un mandamiento
del Presidente de Los Charcas,
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y
así presos, los
llevaron á Santiago del Estero.
Bien pronto comprendieron los sublevados que la
permanencia de Aguirre y sus parciales dentro de
su gobernación no podía continuar, ya que de ese
modo se verían forzados á vivir en perpétua alarma,
temerosos de la reacción que pudiese efectuarse en
su favor. Determinaron, pues, salir de allí en direc-
2 «Me prendierdn á mí y á mis hijos y amigos, contaba después
Aguirre, y echáronme unos grillos como á traidor y me hicieron mill
oprobios. Preguntándoles yo que pór qué y por cuyo mandado, dije–
ron que el Presidente se los había mandado; y viendo que en decir
esto habían errado, dijeron de ahí á poco rato que por la Inquisici!\n,
sin haber tal mandamiento de hombre humano, ni aún pensamiento
dcllo, sino que lo debían tener urdido y tramado con un clérigo que
trajeron, que pretendía ser vicario por una provisión del Obispo, que
tenía revocada y dada la provisión
á
otro, porque yo no quise admi–
tirle á él sino
a
un Payán, que tenía nueva provisión.»
Carta citada
al Virey Toledo.