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INQUISICIÓN DE CIDLE
cer;» y respondió el dicho señor teniente: «estése en
el monesterio de la Merced ó donde quisiere; como
nos deje, haga lo que quisiere;» y así fueron este
testigo y algunos del Cabildo y hablaron al dicho
lieenciado Molina lo que pasaba, y el dicho licen–
ciarlo Molina respondió: «por vosotros, señores, yo
lo haré, porque no digan que escandalizo el pue–
blo; yo no entraré en la Iglesia, aunque pierdo ele
mi justicia, é si
hobier~
navío en el puerto, me
fuera luego á embarcar por no ver lo que pasa, y
á dar cuenta al Rey, y
firmólo.-Juan Godinez.–
Ante mí,
Pedro Serrano,
notario apostólico.»
Con estos antecedentes, el 4 de Marzo sacaron
nuevamente, con el auxilio de la fuerza, á Molina
del convento de la Merced y le llevaron á casa del
alguacil mayor, Alonso de Córdoba, siendo afian–
zado de cárcel segura para la ciudad, por Godincz,
Pastene y Gómez de don Benito, quienes se com–
prometieron á embarcarle en el primer navío que
saliese para el Perú, si seguía las cuestiones contra
fray Gil.
Á
la vez se notificó al maestro Paredes,
de quien derivaba Molina sus
atribuciones, '~
que no
le diese licencia para irse del reino, á lo que aquél
se negó diciendo que c<no le constaban los recab–
dos que tenía Rabanera del Papa para ser juez;n
agregando en otro escrito que Molina no le había
hecho injuria al domínico : respuesta que le valió
una nueva querella de éste, la que se declaró sin
lugar.
4 Así lo expresa uno de los testigos, sin que conste en el proceso
cómo sucedió eso.