CAP. IV-DE POTENCIA
Á
POTENCIA
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mucha gente de vecinos y vecinas y otra mucha
gente, ysialgunos se fueron, todos los más se que–
daron y oyeron la dicha misa, y se acuerda que
oyó la dicha misa del dicho licenciado Molina
Diego García de Cáceres y otros vecinos y vecinas
y personas que no se acuerda de sus nombres,
porque eran muchos los questaban á la dicha misa;
y que ha oído decir este testigo al licenciado Juan
de Escobedo que está descomulgado el dicho señor
juez conservador, y el padre fray Juan de la Torre,
y el señor Obispo eleto, y el licenciado Hernando
Bravo, y el teniente Juan Jufré, y todos los demás
que fueron con ellos cuando se abrió la Iglesia, y
al dicho licenciado Molina le ha oído decir lo mis–
mo, que todos los dichos están descomulgados, y
que no sabe con qué conciencia les oyen sus mi–
sas: y para esto el licenciado Escobedo abrió un
libro y le mostró á este testigo
y
á otras muchas
personas que allí estaban, y les dijo ((mira que dice
este libro, ques los Santos Cánones y la Clemen–
tina, que dicen que poniendú el Ordinario entre–
dicho1 todas las Ordenes son obligadas á guardarle,
uunque sepun claramente ques injustamente pues–
to, le han dé guardar so pena de descomunión
mayor, reservada al Papa;n y á esto testigo dijo el
dicho licenciado Escobedo: ((pues sois amigo del
Obispo, decilde que con qué conciencia dice la
misa, pues está descomulgado por haber venido á
la Iglesia mayor; n y este testigo le dijo que no se
quería entremeter en cosas del Obispo, porque se
enojaría luego, y téngole por señor, y dirá que le
ando yo calumniando; y el dicho licenciado Esco–
bedo dijo que le escribiría una carta y que este
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