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INQUISICIÓN DE CHILE
la notificación se la hiciese aquél desde la puerta
Y á fé que tenía razón, sobrada para mirar por el
corchete, porque éste, poco antes, habiendo ido en–
cargado de una comisión semejante, hallándose en
la iglesia dando lectura á una providencia del juez,
uno de los mercedarios llamado fray Francisco
Velasquez, sacó de debajo del hábito un palo que
llevaba escondido y con él le asestó al pobre nota–
rio dos golpes tales que lo dejó bañado en sangre,
rep'itiéndole que, del lado afuera, si quería, podía
continuar leyendo sus papeles.
'
No consta exactamente cómo González de San
Nicolás y sus partidarios lograron extraer á Molina
de su asilo, pero es lo cierto que á poco había sido
conducido preso al 'mi.smo convPnto de San Fran–
cisco, y á causa de las inquietudes que constante–
mente estaban experimentando los frailes, temo–
rosos de que los hermanos del preso se presentasen
á libertarlo, se resolvió al fin, el20 de Febrero, que
fuese conducido, siempre en calidad de preso) á casa
del licenciado Bravo, publicándose, á la vez, en la
Iglesia un edicto para que nadie fuese osado comu–
nicarse con eJ preso. Fueron, además, declarados
por excomulgados el padre Correa y el notario
Sanchez de Merlo, pero estos quitaron de las puer–
tas de la Iglesia mayor los carteles en que se leían
sus nombres y en su lugar colocarón otros. Mien–
tras tanto, Jos contrarios ele Molina insistían en que
se apercibiese á .Bravo á que no dejase escapar al
preso y que para asegurarle más le remachase un
par de grillos) á lo que aquél se había negado.
Á
pesar de todo, el negocio volvía á presentarse
en mejores condiciones para el asendereado vica-