CAP. IV-DE POTENCIA
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POTENCIA
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mí interpuesta, apelo de nuevo para ante quién y
con derecho deba, y para ante Su Santidad, y por
v!a de fuerza apelo para ante los muy poderosos
presidente y oidores que residen en la cibclad ele
los Reyes, y pido y requiero al presente notario me
lo dé por testimonio y ponga este mi requirimien–
to en el proceso, y ruego á los presentes dello me
sean testigos. »
Como en el interés de González ele San Nicolás
estaba aislar á Molina lo más que pudiera, y es–
pecialmente de los clérigos que se manifestaban
sus partidarios, aceptó bien pronto una satisfac–
ción de Roca, en que éste declaraba que le tenía
por buen religioso; apartándose el mismo día de
su querella contra Fernández, «atento á que había
sido su padre de penitencia.» Pero si Molina se
vió de esta manera sin dos partidarios de impor–
tancia) había encontrado en los mercedarios deci–
didos defensores .
Era en ese entonces provincial de los merceda–
rios fray Antonio Correa,
3
hombre que gozaba de
gran prestigio en la ciudad y que desde un prin–
cipio se manifestó resuelto á protejer á su hues–
ped .
'1
1
an luego como Rabanera pudo persuadirse que
Correa se había puesto de parte de Molina, mandó,
el día 12, que compareciese á su presencia á fin
de que declarase qué había en ello ele verdad;
y
que por el daño y escándalo que podía resultar de
que entrase el notario en el convento, dispuso que
3 Acerca de este fraile, véase Olivares,
Ilista,·ia ele Chile,
pági–
na
226.