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LA
INQUISICIÓ~
Filipinas. En veime y dos do Mayo del ai1o pasado
de mil y seiscientos y diez mandó de pachar el
sei1or rey don Felipe tercero (que sea en gloria) una
cédula para el marqués de Salinas, Yirrey y capitán
general que fué de las provincias de NueYa Espaila,
avi ándole lo que se había resuelto
y
acordado en
razón de las competencias que habia habido y había
entre los ministros
y
justicias seglares
y
los tribu–
nales de las Inquisiciones de las Indias, en la cual
hay un capítulo número diez y seis, cuyo tenor es
como se sigue:--Item, que en Ja.Veracruz, por ser
puerto principal y escala dese reino, haya un algua–
cil de la Inquisición, el cual goce del fuero de ella
eomo familiar,
y
los alguaciles que hubiere nombra–
dos en las otras ciudades
y
villas y lugares do los
reinos ele las Indias, se quiten luego.-
Y
ahora en
carta que me e;:;cribi teis en quince de Junio del
ai1o pasado de mill
y
eiscientos y setenta y uno,
dais cuenta en los capitulo diez y once do ella de
que fray Joseph de Paternina, ele la orden do San
Agustín, comisario del Santo Oficio de esa ciudad
de Manila, queria tener en todo intervorici6n y ju–
risdicción, con voz y sonido ele Inquisición.
Y
que
llegaban sus excesos y los de los ministros que
á
cada paso nombraba á tal grado, que, habi6ndose
querellado en esa Audiencia Justiniano de la Cruz
de don Joseph de Chávez, encomendero y regidor de
esa ciudad, sobre haberle llevado ele mano poderosa
á su casa y tratádole tan cnwlmente él y dos negros
suyos que le dejaron por muerto; le tm·o el dicho
comisario con prisiones, encerrado tres dias, ha–
ciendo cárcel privada su casa, por causa muy 'leve,