EN LAS ISLAS FILIPIN \.S
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ni pretendía hacer valer, por consiguiente, los fue–
ros del Santo Oficio, habiendo regresad(¡ Paternina
á
Manila, juntó á los consultores doctor don Diego
de Cartagena )'licenciado don Eugenio de Menclo–
za, y resolvieron que el comisario confiriera verbal–
mente el caso con las autoridades, reservándose Pa–
ternina proceder jurídicamente si en la consulta no
se acordaba la libertad del preso. Resultado de la con–
ferencia que celebró con el gobernador don Manuel de
León
y
con el oidor don Francisco Colorna,
f~1é
que le
diesen á entender que no convenía que pretendiese
impedir la prosecución ele la causa;
y
en vista de esto,
en Mayo de .167íf., apercibió dos veces al escribano
para que le diese testimonio ele la cansa, llamándole
á
declarar al Santo Oficio. Por aquél supo que Chávez
estaba preso por haberazotaclo.cruelment.e aun mes–
tizo ele sangley, zapatero, llamado Justiniano ele la
Uruz, á causa ele ecbarle á perder
un~s
botas que
debía sacar en el paso del pendón,
y
que por ello
había sido cpndenado en ocho aüos ele destierro, cin–
cuenta leguas ele Manila,
y
en do mil pesos de mul-.
ta·. Amenazóle primero, y aún llevó á efecto exco–
mulgarle, sin conseguir, sin embargo, la copia del
proceso.
Con este motivo Paternina escribía
á
México y
profundamente lastimado ele lo que estaba pasando,
exc.lamaba:
«Le prendieron, sefior, teniendo su vara en la ma–
no
y
con ella le llevaron á las casas del Cabildo, y
~in
atención alguna le han desterrado y multado,
cosa escandalosa y perjudicial en gran manera á la
autoridad del Santo Tribunal,
y
si yo no he sacado