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78

LA INQUISIClÓN

a

tres de

Septiembre.de

mill )'seiscientos y setenta

y

dos aüos.-Yo

la Reina.-Por

mandado de SuMa–

jestacl.-Dun

F1·ancisco Fernández de Madrigal.–

(Hay cuatro rúbricas.)»

Según se ha visto, la disposición real que acaba

de léerse no podía ser más terminante. ¿,Cómo fné,

~in

embargo, que

a

pesar de que en ella se Ol'dena–

ba suprimir el cargo de alguacil mayor de la Inquisi–

ción en las Filipinas, la Audiencia, que debió cono–

cerla y por lo mismo acatarla, no sólo permitió que

subsistiese semejante funcionario sinó que aún dió

pruebas de reconocerle hasta el inenor de sus pt·ivi–

legios"?

Después de esto no puede parecernos ext.ratlo que

luego subieran de punto las exigencias del comisa–

rio, apoyado por el Tribunal de México. El hecho si–

guiente lo manifiesta, en efecto, bien claro. Don

Francisco Pizarro ele Orellana, rnaestt·escnela de

Manila, hizo dejación de los pnestos de corrector de

libros

y

honesta persona, por haber sido nombrado

con esa condición comisario de cruzada: uoticia que

trasmitían los inqui::;it.lores al Consejo _«para que

se sirYiese aplica!' el remedio que pareciese á V. A.

convenir para crédito de los ministros del Santo Ofi–

cio.»'

_\.ntes de hablar ele la causa del gobernador Salce-

1.

Carta de los Inquisidores de

2

de Mayo de If•64. En el Consejo

se les respondió simplemente que estaba bien.

Pizarro

y

O

rellana es uno de lqs autores de qui::n nos ocupafflOS

en

nue~tra

Imprenta en Manila,

n. I03. Presentado en 168o para el

obispado de

N

neva Sego,·ia, falleció tres años después, el

2

de Sep–

tiembre de !683.