EN LAS ISLAS FILIPINAS
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do, á que hemos ya hecho referencia y que marca el
punto culminante á que llegó en las Islas el poder
inquisitorial, debemos de recordar algunas otras de
menor importancia, que servirán para completar el
cuadro que nos cumple trazar dR lo que fué el San–
to Of1cio en las Filipinas durante el siglo XVII. Por
junto, todas no alcanzan á una docena.
Fray Juan de Salcedo, lego de San Juan de Dios,
por haber celebrado
mi~a
sin estar ordenado, fué pro–
cesado en 1674, y remitida en discordia su causa
á.
Madrid, se le mandó prender por auto del Consejo
de 27 ele :'lloYiembre de 1676, sin que haya constancia
de si llegó
á
cumplirse con esa orden.
En 1677 el comisario que entonces era Fr. Diego
de San Román, dominico, levantó en Manila una
información contra don Lol'enzo ele Medina, portu–
gués, penitenciado por la Inquisición de Lisboa, que
fué acusado de haberse fugado á las Islas hallán–
dose cumpliendo toclaYía su condena. Pero temero;;;o
quizás de que se le buscase, se escapó, á
principio~
de aquel afto, á México, anclando por la eiudad, se–
gún se dijo, «con ánimo de embarcarse para Espa–
fla ».
1
Un tío de
~leclina.
llamado Manuel Suárez de Oli–
vera, fué tatnbién procesado como judaizante, pero
falleció con mLlesn·as de buen católico.
2
J uau de Soto Sandoval, clérigo de menores, do
edad de treinta aflos, testilicado de haber dicho misa
y
administrado los sacramentos de la penitencia
y
1.
Carta de los Inquisidores,
f~cha
rr de febrero de 1677.
2.
Carta de los Inquisidores de ro de Febrero de 1678.