E:\' LAS ISLAS FILIPINAS
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desestimación y que obramos como
in letras, jui–
cio, prácticas ni experiencias y que turbamos la
paz
y
arriesgamos los reinos
y
proYincias de Su
Majestad, suplicamos rendidos á los pies de Vues-
1ra Alteza que por nuestro crédito y por cuanto
deseamos cumplir nuestra obligación, desvelándo–
nos por los aciertos del servicio de ambas
~1ajes
tacles se interponga V. A., y, como mejor juzgare,
haga sabidor al Rey, nuestro seüor, y su Consejo
de Indias, de nuestro proceder, y como en lo he–
cho no hemos tenido noticia ni parte hasta el pre–
sente, y lo fiamos así de la piadosa consideración
del Ex:mo. seüor Obispo Inquisidor general y de
V. A., pues no tenemos otra protección ni medios
para conseguirlo.
«Esta noche parten los pliegos, y aunque ha en–
trado en el puerto la capitana, y hemos recibido
los ele Manila, duplicados de los referidos, no be–
mos tenido lo actuado en el fin y muerte de D. Die–
go:
·ólo por público y carta que han tenido mu–
chos particulares, hemos entendido qne murió como
buen católico, y que en la naYogación . estando muy
enfermo, confesó sacramentalmente tres Yeces; y
ahora aüaclimos sólo que después de la prisión ele
D. Diego, como todo se hizo con Dn malo,
ó
de
u urparse en sí el gobierno los oidores, se des–
cubrió mejor después la conspiración que hubo,
riüenclo unos con otros sobre quien lo había ele
tomar, habiendo Yiolencias
tan horribles y tantas
marafías
y
ambición que fué milagro no perderse
aquello, y están tan abanderizados cuantos allí vi–
-ven por lo í)asaclo, sin embargo que se so egó