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LA INQUISICIÓN
l e hizo formar no menos de veinticuatro procesos
y
aún le inició una sumaria, valiéndose de una carta
que habí a escrito al padre Juan de Cuellar, quien
iuvo la bajeza de lleyarla al Santo Oficio.r
Ozaeta esiaba ·enfe rmo, Verdeja también, éste
queriendo irse
á
Espaila: aquél ser transladado áMé–
x ico. Todo era un a ruina: los fondos del Tribunal se
los llevaron los franceses; la consignación no se les
pagaba; las cajas estaban vacías; las canongias no
producían más de 5 mil pesos al aüo; · hacía más de
10
que no i ban galeones; el gobernador Pimienta de–
sairaba á Laiseca
á
cada paso, hasta el extremo de
q ue tuvo que e.ncerrarse cerca ele 18 meses en su
casa.
2
La enfermedad de Ozaeta se agravaba de tal modo
que, viéndose lisiado, en el espacio de muchos me–
ses se le había visto as istir una que otra vez al Tri–
buna1; clasificaba como bagatelas asuntos de impor–
tancia;
y
se había entregado al comercio desde que
llegó allí trayendo cantidad de mercaderías, con tal
desenfreno, que era el agente obli gado de los nego–
ciantes de fuera.;3 introducía las mercaderías sin
pagar derechos, de rnoclo que por todo esto Verdeja
se vió en el caso ele denunciarle al Consejo.
r.
Diaz Pimienta, hallándose mu y enfermo, se reco ncilió con Lai–
seca, habiendo éste ido
á
verle.
2.
Carta del Tribunal de
27
de febrero de
1706.
3. «Es en tal g rado la condescencia de su genio, que apenas hay
n egocio ó dependencia de esta especie ó otras en toda la dilatada
íurisdicción de esta Inquisición , que no venga encaminada
á
Sll
dirección, sin negarse (aún con dispendio de su salud)
á
las más
intrincadas y odiosas.» Carta de Verdeja, 13 de septiembre de
170].