EN CARTAGENA DE INDIAS
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pues aunque Guerra de Latrás había tomado pose–
sión de la plaza de inquisidor á que fuera ascendido
en mayo de aquel año, como había sido fiscal, estaba
imposibili tado para las funciones de tal y seguía
actuando en ese tnisnw carácter hasta que no arribase
su sucesor don Juan de Montoyay Angu la, hecho qué
tuvo lu gar en 12 "de diciembre de 1668 .
En tal estado se hallaban las cosas cuando llegó á
Cartagena, concluícla la comisión para que había
sido enviado, don Diego del Corro Carrascal, y al
pretender ton-lar posesión de su antiguo cargo, Achu–
rri
y
Guerra de Latrás se negaron á dárselo, y éste
último á entregarle la casa en ·que había vivido
y
que en ese entonces la temía ocupada, «para que se
conozca, decía, el desafecto de dicho fi scal don Ma–
tías y lo despót ico con qu e obra y: el poco ó ningún
papel qu e el dicho padre Achurri hace, ni qu é pu eda
importar al Tribunal la as istencia ni letras de un
frai le.))' Hubo de salir éste al fin en mayo de 1669,
Yolviendo á quedar frente á frente Corro y Guerra
de Latrás, para dar ele nu evo á la ciudad el espec–
táculo poco ed ificante de rencillas
y
pasiones que re–
dundaban en desdoro de la representación que in–
vestían.
Pron+o, en efecto, acusaba Corro á su col ega que
había hecho oficios de cura, desposando á una dama
le
och enta años en casa el e un indio penitenciado
públicamente, «á vista del Tribunal, á conciencia
y
sabiduría del pueblo, que tanto lo noló
y
recela otros
mayores desaciertos, estando, como está, gobernado
por criollos .)) «Es tan flojo este ministro, añadía,
1.
Carta de
14
de noviembre de 1668,
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