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L A INQUISICIÓN
fundamente que qu edase así de hecho bajo la férula
de un hombre que tan tas pruebas de malquerencia
le tenía dadas, y no menos mo rtificado, según
decía, de ve r á sus Go ncliscípulos y aún á st1 s discí–
pulos
y
los qu e nole alcanzaron en Salamanca, en tan
altos puestos, mientras qu e él, á s us años, y con tan
brillante carrera lite rari a, se veía ele esa manera, y el
Tribun al co n sólo un inquisido r, ccque en tan gran
distancia á V. A., expresaba, en lo de gobierno y
contención ele partes será absoluto y dirá: así lo
q uiero, así lo manclo .))
1
P or lo demás, sus achaques
se agravaban de dí a en día, has ta el extremo de que
estando sentado escribi endo, se caía de ordi nario en
el suelo . c<Por esto, serwr; exclai11aba, he suplicado
á
V. E. repetidas veces, se sirva de ali viarme del
trabajo perso nal del ejercicio fi scal, que la ocupación
ele inquisidor no me será molesta, qu é es muy dife–
r ente oir las causas que escribirl as y leerlas .))
2
Algún tiempo despu és, Salas y P eclroso poníase
también tan achacoso que se veía obligado
á
guardar
cama semana tras sern ana, y aunque se le había
ofrecido un puesto ·en la Inqui sición ele Méxi co, in–
s istía en que se le transladase á España, pues no es–
taba, segón decía . para servir en las Indias .3
De este modo sucedía á veces,
y
con frecuericia,
que no había tribun al, y tanto el inquisidor como
el fi scal se veían obligados á despachar desde la
cama.. Hallándose en tal estado Jos ministros, ocu–
rri ó un lance qu e vino - á acabar de echar por tierra
I .
Carta de
18
de ma rzo de 1666.
2 .
Carta de
18
~bril
de I665.
3. Carta de 31 d € julio de 1667.