EN CARTAGENA DE INDIAS
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· la mano al clérigo, <<porque con la mucha sangre
que echaba por la boca no podia hablar, y le absol–
vió: de donde le llevaron á su casa y Ólearon y·muy
en breve dió su alma á Dios)).
1
'
- Vacante así el puesto de notario, cada uno de ]os
inquisidores y el Fiscal por su parte entablaron una
lucha activísima para sacar triunfantes sus respec–
tivos candidatos, jurando cada uno en Dios
y
en su
coneiencia que el propuesto era mejor que los de–
m-ás, lucha en que venció al fin Salas y Pedroso.
2
A las represiones que continuaban llegando del
Consejo acerca ele sus desavenencias y procedimien–
tos en los juicios, _responclian con recrÍminaciones
recíprocas. «Las quejas de que no me avengo con
mi compañero, escribía Salas y Pedroso, yo ase–
guro que el que lo dice os más amigo ele
guerra
que
yo ...
Yo soy amigo ele decir mi parecer con libertad
y no sin compostura, y no me parece
ma~o,
y callar
fuera: otros callan en presencia,
y .
en saliendo del
Tribunal, á las doce horas ya se sabe en las .conver-
, saciones ele la ciudad. ¡Válgame Dios, qué desval–
drejaclo está el secreto aún en las cosas ele fe! AJ fis–
r.alle echan la culpa; no lo sé, aunque ele su natural
bien lo presumo. Pluguiese á Dios tuvie-se un
compailero ele cuyas letras y ajustamiento de
co~1-
ciencia pudiera fiar mi acierto, que no quisiera otra
r.
Carta de los Inquisidores de
20
de abril de r66o. Instruido el
proceso,
fu~
conde!'lado Márquez en mil ducados
y
S\il
COL~tendor
en
doscientos
y
ambos en tres afios de destierro.
2.
El Consejo no aprobó este nombramiento
y
designó para el car–
go
á otra persona, á quien luego los inquisidores comenzaron
á
hostilizar, como Si hubiese · tenido culpa de haber Sido IQOJODbrado
con preferencia al designado por
Salas~