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LA INQUISICIÓN

cosa, pero no tengo dél ese concepto... Un remedio

le quiero dar á V.

}\.

para que esto se evite,

y

á mí

me haga merced, que es darme licencia para irme

á

España...

y

ellos se quedarán en paz, aunque mu–

cho lo duelo, que el fiscal es

gaeT'T'a

desde que nació

y

hace más de veinte años que le mandaron por au1o

salir de Panamá porque inquietaba la república, ...

y

en esta_ciudad no son pocos los escándalos que se

han seguido de lo obrado con sus pareceres.»

Y

arremetiendo luego contra su colega, añade el

inquisidor: «la mucha amistad que tiene con el go–

bernador no es conveniente, porque se mezclan co–

sas indecentes,

y

aún la conciencia es preciso que

se lastime mucho, porque el estilo de los juicios se–

culares en esta ciudad, ele n1u·y antiguo, tiene prác–

tica del que más diese,

y

en las entradas

y

salidas de

nav1os se hace mucho deservicio á S. M.,

y

es in–

decente qrte un inquisidor haya de ser el que bull e

estas materias» .

1

Pero Guerra de Latrás, por su parte, tampoco te–

nía pelos en la lengua. y

desput~s

ele decirle

á

Salas,

en carta firmada de su puüo, que era un descortés,

«esta cartaseüor, expresaba al Consejo, le escosiótan–

to, que hasta hoy le hace cosqu illas

y

las muestra

á

diestro

y

siniestro : de aquí resulta oponerse á lo que

juzga me inclino, y, con razón ó sin ella, dice ayude

Dios

á

los ministros, y asilo ha mostrado en el nom–

bramiento ele ínterin en el Secreto en un hombre ya

mayor y sin experiencia alguna)) .

2

A principios de noYiembre de ese año, Guerra de

1.

Carta de Salas

y

Pedrüso, 2S de abril de 1660.

2. Carta de 2S de abril de 1660.