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LA INQUISICIÓN

nador don Luis Fernánd ez de Córdoba para que no

impartiese la fu erza pública·á Real, y, en efecto

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en

la iarcl e, él y Socaya fueron á abrir las puertas de la

cárcel, pero sólo tenían una de las dos llaves, en

cuyo acto se les notificó un mandamiento para que

con pena de excomunión y ele dos mil pesos, desis–

tiesen ele pretender que el notario hiciese relación.

Había como doscientas personas afuera de la In–

quisición, clérigo , frailes, hermanos y allegados

del preso . En la Catedral tenían los cléri gos formado

su cuerpo de guardia: por lo cual ofreció Real al go–

bernador sobreseer en la causa y de la visita, ofre–

cimiento qu e dió por escri to al día siguiente, diciendo

que si no se le qu itaba n los impedimentos, la ciudad

le tuviese por despedido, como lo hizo el 25, reser..,..

Yando sólo dar los cargos á los ' isitados y proseguir·

las cobranzas ele bienes pertenecientes al Fisco. Ese

mismo día excomulgó á Pereira, y éste,

á

su vez,.

de aeuerdo con el obispo, hizo otro tanto con Real

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teniendo en entredicho la ciudad por muchos meses.

Los corrill os del motín duraron hasta las doce de–

la noche, y no se aquietaron sinó cuando en la sesión

del Cabildo, Real ofreció remitir la causaa.l Consejo.

Se persiguió

á

los partidarios de H,eal, y, entre o–

tros, á un abogado qu e le diera su opinión favora ble

sobre su proceder en los asuntos de los libelos y ex–

comunión, y le tuvieron preso año y medio en un

calabozo .

El 28 ele enero se encerraron P ereira, Triunfo

y

el notario Tomás ele Vega, de miedo ele que los pren-

diese.

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En el encierro se entretenían en banquetes y en