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LA INQUISICIÓN
esta noticia al Consejo, también es forzoso darla, de–
cía Pereira, ele que el inqui sidor li cenciado Ju an Bau–
tista ele Villad iego vive tan licenciosamente que,
fuera del escándalo del lugar, nos tiene grandemente ·
confusos
y
afligidos,
y
lo peor, señor, es que para
barajar este modo ele vivir, se ha levantado persegui–
dor desta Inquisición, haciendo grandes amenazas
á todos los ministros, reincidiendo, contra lo orde–
nado por V. A., á tener tribunal en su casa.)) r
\ illadiego, á su vez, hablando de las relaciones
y
tolerancias que Pereira manifestaba al alcaide con
moti
,~o
de su mala
conclL~cta
en las cárceles, expre–
saba que <<no podía dejar de decir á V. A. lo much o
que me lastima que no sólo disimule estos delitos,
sinó que los favorezca; ...
y
en muchos banquetes que
ha ten ido con el fiscal
y
gente de su séquito las pas-:–
cuas ele Navidad pasadas
y
estas carnestolendas ha
puesto
á
la mesa
y
ha presidido en ella. clesu udo é in–
decentemente este alcaide.)>
2
A la. vista de Cádiz, mientras tanto Real avisaba
s u llegada. al Consejo, diciendo que babia. salido de .
Ca.rtagena. por quitar la ocasión ele añadir nuevas
violencias
y
escándalos á los va hechos. 3
En su lug·ar se nombró comvo visitador
á
don Pe–
dro de Medina Rico, que ll egó
á
principios de cliciem-
r.
Carta de Pereira, 23 d'e febrero de
r646.
2.
Carta de
2 1
de febrero de
1648.
3.
Carta de
24
de entro de
r646,
a
bordo. Real no contó con el
favor del Inquisidor,
y
después de
dño
y
medio qu·e estaba en
Madrid, ni siquiera se le hizo una pregunta tocante
a
la visita.
E scrito de recusación al Inq uisidor General, 7 de agosto de 1647.