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LA INQUISICIÓN
en distri to tan extendid o y tierras tan apartadas
y
tan necesitadas de que se entienda que !1ay Inquisi–
Ción, mal se podrá hacer cosa algun a sin mini stros·,.
y hasta que el Santo Oficio los tenga tales cuales, no
podrá decir que está fun dado , ni los inquisidores, por
mucha vigil aneia que haya, podrán acertar en
todo~
porqu e muchas veces será necesario hacer un a causa
ante uno y otra ante otro, por causa ele ser en estas
partes los hombres andariegos y no tener muchos–
clellos morada cierta,
y
las causas del Santo Ofi cio
no and an bien por muchas manos y más en Indias,
donde es dicho
o rdi na1~io
que lo secreto es púb lico y
lo público no se puede aYeriguar ...
Y
pues en esta
eiudad, en nu eve afí os no tenemos más de cinco fa–
miliares, y á cualqu iera oficio que vaca, aunque sea
de alguacil, si no Jes rogamos, no hay qui en se
aliente á procurarle, fácilmente se colige qué tal debe
ser la gente y lo que padecerá el Santo Oficio sin
minis tros con ell a, y soldados que, corno no teman,
es fu erza qu e espanten. ))
r
No era, pues, extraño que algun os obispos se di–
rigiesen ele cuando en cuando al Tribunal manifes–
tando el aband ono en qu e en sus distritos se halla–
ban las cosas de la fe . El de P anamá escribía que
hacía poco, visitando su diócesis, había encontrado
gran número de bruj os y de gentes qu e tenían pacto
con el demonio «y algunos carnales)) .
2
«En estas
partes, a.í'íadía, se usan de grandes liber tades, y más
los cp.1e tienen din ero. Aquí es público qu e un vecino
r.
Carta
de
r:
de Julio de r6rg.
2.
Ca rta
de
26
de Junio de
1617.