EN
CAUTAGEl'U~o_
DE INDIAS
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gar la multa y entregar el proceso . «En es te medio,.
r efi eren los- Inquisidores, el Gobernador no dejó
pi edra por mover; in tentó lo de la füerza; rechazá–
ronle los letrados; y elij o, en tre otras cosas, que es–
taba por ven ir con cincuenta hombres á la Inqui si-–
ción y sacar el preso.>>
Triunfaba en Yerdacl el Santo Oficio; pero, en cam–
bío, sus ·ministros se sentían mal entre aquellas gen–
tes .
ce
Vivimos, señor, decían con este motivo allnqui–
sidor general, en un iu gar tan trabajoso que con ha–
ber en él una Iglesia Catedral con hartos cl-érigos,
u-n cabildo deJa ciudad de más de dieziseis perso–
nas, siete conventos de r eligiosos de diferentes
órden~s
y gran copia de frailes en ellos, no estamos
hoy n1ás que doce ministros en él, de toda calidad,.
mayores y menores, y para una miserable porción
de vaca traemos los criados ocupados siempre entre
soldados, gente armada y libre, y que, si no temen,
espantan cuando menos.>>
r ·
.
P ero es tiempo ya de que consignemos algunos
elatos biográficos de esos primeros ministros del
Ranto Ofi cio en Cartagena.
Don Pedro Mateo de Salcedo era un presbítero
beneficiado en la villa de Baltanás, del obispado de
Valencia. Tenía por los días que vamos
historiando~
sesenta y seis aüos, habiéi].dose graduado ele bachi-
¡ll er en cánones en Valladolid en1574 y de licenciado–
en la misma facultad en la de Osuna, diez aüos más
tarde. Admitido por relator del Consejo ele Ja Su–
prema en Febrero el e 1593, por Octubre tomó pose-
1.
Carta de
2S
de Octubre de
161g.
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