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dije en el capítulo pasado, que
poniéndo~e
la mano en
la cabeza para echarle un Evangelio, dice su confesor,
sentía que por dentro saltaban los sesos, y todó el cuer-–
po le temblaba, y ·en el costado era donde mas la a.preta-
ba el dolor.
-
CAPITULO
XII.
DE LAS APARICIONES, EXTASIS Y FAVORES QUE HIZO EL,
SEÑOR A SU SIERVA.
IJ_1elara toda
~a eomuni~ad,
q';le en muchas ocasiones ·
la v1eron elevad:a en éxtas1s con. las
Horas
en· la mano.
hasta que se
acab~ba.
de rez r. r el oficio
en
el coTo;
y
asi
mismo,
mucha.~
veces en el dicho ofic,io se le manifestaba.
el Niño J esus. En otr'a
oca~ión
·sucedi6, que habiéndo–
se llega'1i.o
u~
hermana á pedirle javon para lavar la ropa .
de la comunidad, y hallándose la·sierva de Diós 'afligida
de no te'ner qué
dar~
sali6 para et claustro grande, en
donde le sali6 al encuentro nuestro P11dre Jesus Naza-..
reno muy caíd@, que casi pegaba su divina mano al sue–
lo, y 'alzando
~u
venerable rostr'o, afa4J.e .
y
benigno há–
cia ,su sierva, le dijo:
Sígueme hi:fa; rnira
q~ue
pobie soy.'
i
asile fo.é sigú1endo mas .de diez
6
>d<;>ce varas:
y
allí se.
le desapareci6. De lo cual sali6 la sierva 'de Dios tan ·
fuera de sí, que á todas sus hijas les fué diciendo lo que
le habia pasado con el Señor,
y
todas quedaron dand()
muchas gracias á su
~1agestad
Divina.
'
Tan bien dispuesto egtaba su esp.íritu é
interior, que
luego se transportaba en unos éxtasis tan
a.cl,mirn.bles,
·que era gloria el verla.
ce
Bendito sea el Se
ñor; [dice su
confesor D. Basilio Saizieta en su re1acion
J
yo fuí ·tes–
tigo ocular seis
v~ces,
ántes mas .que menos,
y
le dura.–
ban bastante tiempo, y lo que mas me admiraba en es–
tas ocasiones era la profunda humildad con que volvía
de ellos, queriéndose soterrar
6
esconderse; de dondere–
sultaba, que por ponerlo en ejecucion, salia dando tras–
p'iés coino ·dicen;
y
era necesa1:io que una de sus hijas
le
~
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