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cia que usaba de
ordi~ario,
y
muchas mortificacíones
y
penitencias que haci-a públicas en el refectorio. Su c:r
ma era una tarima,
"Q.nafrailada arriba
y
otra abajo,
1
~na
cruz grande en
medio, en la cual los brazos le ser–
vían de cabecera,
y
un Santo Crísto con que se abraza–
ba. El \
. t~uario
era dos túnicas blancas, la una de la–
nilla
y
la otra de cotense,
y
la túnica morada.
Desde el dia
cU~
la Conmemoracion de los Difuntos le
daba el Sefior un accidente tan grave, que solo· volvía de
él
á
las cinco de la mañana para ir
á
la Iglesia
á
reci–
bir
á
Nuestro Señor,
y
luego que volvia
á
su recogi–
miento, le volvt\ de nuevo el accidente, de calidad que •
se quedaba privada, de suerte qne solo l obediencia del
(1onfesor era ba.stánte para que volviese en sí, para to–
mar agua rosada en cantidad, con lo cual proseguía los
Qcho
d~s
d¡ finados,
y
asi que pasaban, quedaba
buen~
y
·sana.
.
En,l~
vida cuaresmal que hacia, no comia sino cada
· veinticuatro horas, como arriba dije, que al pasar cada
bo
cadosentía tal .fatiga,_que le parecía espirar con ca–
da
u.no;
y
fué tan _estr·echa esta,vida cuaresmal, que aun.
~ra
,vísimamen.te• enferma
la observaba, hasta que al ca–
~o
de muchos
~os,
estan,do sacramentada de los flatos,
y viendo lo mucho que padecía,
y
que no lo aprovecha–
ban las medicinas, le mandó ·su confesor comer . carne,
asi mismo en lA.s demas ·.enfermedades.
·
Su
padece~·
era. continuado: lo mas del 6empo estaba
ba.stan'temente penada con sus enfermedades, que eran
·bien
e"quj sitas: pac1ec1a mucho
en el eRpíritu
y
con l9s
movimientos del corazon,
y
t.ambien muchos
y
grandes
dolores,
y
contínuos en el cuerpo,
y
nunca se q.urjaba,
ni pedía
á'
Dios
~e
se los quitase, porque, decía, oiue la.
cruz que el Señor ponía no era razon soltarla. Se le
siguieron unas grandes
seqll.~dades,
y
con ellas se reti–
ró el Señor, que ya no ·le sentía en su pecho,
y
quedó
p4l<deciendo en el
espír~tu
y
en el cuerpo el accidente .·
que se a,g·ravabamascada dia, sin faltarle el movimiento
y
golpes que ]e da-ba el corazon, sin decü· mas que:
¡¡ra-
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