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había sucedido
á
nuestra
Ma.dr,~,
y
la hallamos sentada
sobre el agua (que había entrado en el r ancho mas de
una tercia de agua) en oracion puesta en cruz;
y
noso–
tras viendo que no
estaba en sj_
por estar arro–
oada, entramos en el agua y la cargamos
y
la lle\'amos
á
su celdita,
y
se quedó arrohada como estaba muy buen
rato, hasta que volvió en
sí;
y
toda ~
la vimos que salió
sin mojaTse ni un pié, ni nada de la ropa, y nosotras
gozamos del agua y nos remojamos bien por
sacar~a:
de
las que eramos ent6nces, y lo vieron, viven las siguien–
tes: la Hermana Ana de J mms Nazareno,
la Hermana
tuisa de San Pedro de A1cÚ¡utara,
la
Hermana .Tomasa
de la Soledctd,
y
esta su pobre hija la Providoncia. Cual;¡_–
do volvió en sí se halló en su celda,
y
IDjlY
espantada
rros decía; ¿qué ha sido esto que ha suce"Tido? nosotras
no le dijimos nada de lo sucedido, y salió.
En Ovra
o~asion
estando una hermana muy mala, de–
sahuciada del médico, fué la sierva de Dios
á
su Orato–
ri9,
donde tenia
á
mi Señor
J
esus Nazareno en un altar
donde decían. l\1isa; y estando clamándolc al Señor por
la
s~lud.
de la enferma, se elevó en el aire en altura de
do¡:¡ varas, hasta llegar
á
poner la mano en la barba del
Señor,'
y
habiendo vuelto de la elevacwn, le dijo
á
la
enferma: no te i!lorirás, q u,e ya tienes prolongada la vi.–
da;
y
vivió
dicha hermana mas de cincuenta años des–
pues.
r
CAPITULO
XIIt
DE SU RETIRO Y AMOR A LA SOLEDAD Y POBREZA·.
En una oc.asion hablando, dijo cuán amable era el
retiro
y
soledad, •que sus confesores al principio
qu~
di'6
á
la fundacion de Nazarenas, le habían mandado que
saliese
á
solicitar por medio de algunas personas, algun
auxilio y limosna para su fundacion:
á
b
cual respon–
dió, que su Divina Magestad no la llevaba por ese ca-
1?-ino,
y
que. en
sur~
i .
o la ayuiaria
y
s<: C)rreria el Di-