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-310-

der

y

desterrar, cuando

á

una esclamaciori

suya un

pueblo entero se habria levantado en su defensa;

y

est.o si

que

no es patrafía ni sueño sino realidad?

No se

hallaria espresion n1as terminante para decir, que los:

jesuitas

pudieron

alzarse en el Paraguay

y

no

quisieron..

Repitamoslo pues por última vez: el autor del ar..

gumento suponía en manos de los jesuitas medios de

obrar, de que

no quisieron

hacer uso,

y

sobre }()

cual funda su elojio. Ni ¡con1o babia de contentarse

con un triste padecer,

y

no alzarlos

á

la abnegacion

del martirio, renunciando unos medios de qne

pudie–

ran

disponer para triunfar sobre sus enemigos! Est()

y

no aquello correspondía al carácter jesuítico

y á

la

arrogancia de sus defensores.

Si nuestras observaciones no tienen la fuerza nece–

saria para arrastrar el convencimiento,por lo n1énos en–

vuelven una fuerte

y

razonable presuncion, atendidos.

los antecedentes y las circunstancias de la gente de

que habla1nos.

116. Y ¿los jesuitas no intrigaron, sufrieron re–

signados? Si nuestros lectores recuerdan lo qne deja–

nlos espuesto en varios artículos, se convencerán de

1o contrario. Circulaban impresos sin las licencias

necesarias en esa época: calumniaban

á

personas

y

cuerpos inocentes: en1pleaban e:e ridículo, fuera de

rasgos virulentos contra el gobierno español. Tradu–

cían apolojias

á

su favor, añadie11do observaciones

despreciativas de las reforn1as sociales

y

literarias que

Carlos III introducía en su reino. liacian burla de

los ministros en panfletos anónirnos, tan injeniosos

como n1ordaces. Y ¿en la duracion del conclave na–

da hicieron los jesuitas para que saEera un papa de

sn confianza?

¿~1iraban

indiferentes la conducta de

los cardenales, protectores suyos, en el conclave? ¿No

ten1an grandes y ardientes partidarios en el sacro co–

lejio? de lo que por. cierto no era:1

pasivos

espectado–

res en absoluta

qu~etud.

Y ¿en twmpo de Clemente

XIII,

no roc1earon

á

sus cardenales protectores, para

que aprerniaran al pontífice,

á

que espicliera repeti–

das leteas en defensa, confirmacion,

y

e1ojios desme–

-surados del instituto? ¿Quién arrancó á este papa la

bula

pascendi munus

á

favot de la compañia, quién

si

~0. ~l

padre

gener~l ~~cci

y

algunos prelados

iJ?.: