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92-(

rer j'Llstiflcarse, dan armM

contr~

ellos: que el gene–

ral ha mentido parajustificar

á

sus religiosos, así como

los misioneros jesuitas empleaban la impostura

y

la

mentira para indisponer al Emperador contra el Pa–

pa

y

su

Lega~o: q~e

los jesuitas

juran. obse?"var lo que

violan en segwda

a(nertamente: que falsifican las letras

ele Roma

y

las interceptan: que su terquedad procede

de las

contra-órdenes de .su general:

que ellos predicen

los crímenes que han mandado ejecutar: que el ge–

neral iguala sus juicios

á

los de la sagrada congre–

gacion

y

aun del Papa: que en lugar de hacer mani–

fiesto, que sus religiosos han obedecido, no parece ocu–

pado sino en n1ostrar, que no han podido ni debido

obedecer: que convencidos los jesuitas de haber ca–

lumniado, se atreven

á

acusar al Legado de calum–

niador: que el Papa Inocencio XIII concedió tres años

á

los jesuitas para empeñarlos en la obediencia, antes

de suprimir la compañia;

y

que segun el testimonio

del memorial, Inocencio XI, habia querido supri–

mirla tambien: que los jesuitas protestan su obedien–

cia al Papa

á

pesar de todas las pruebas, las 1nas evi–

dentes de l0 contrario: que la compañia es incorre–

jible en su rebelion

á

la Santa Sede,

y

que el Papa

debe suprimirla sin tardanza."

Tales son los puntos

á

que se contrae la respuesta

trabajada de órden de Inocencio XIII

á

la apología

del general de los j esuitas. Mucho mas contiene,

y

nosotros hemos r educido

á

una página un tomo en-

tero.

330.

Los encargados de r esponder al P. general, no

eran hombres sospechosos en la fé ni enemigos de

los j esuitas: escribían

á

vista de los documentos

y

de

la propia apología ó memorial,

y

en obediencia al

mandato pontificio. En todo ello,

y

en lo espuesto

ante~·iormente,

han visto nuestros lectores pruebas

manifiestas del proceder vituperable de los jesuitas,

que dominados por el espíritu de discordia lo hacian

servir

á

su propósito de sostenerse,

á

pe~ar

de los

;mandatos de los Legados, de las congregaciones

y

de

los papas.

Increíble seri a.,

á

no haber pruebas tan