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338-

Porque alguno n1anej aba

y

daba destiuo á ias r en

b.t:Y

de las

br~ciendas

y

del comer cio

y

de los colejios, aun–

que no de las casas profesas; de ellas no, eran pobres.

Quiere decir en pocas palabras, que el P. general de

]a compañia era

sen1~j a.nte

al que con muchos volsi–

llos en su vestido, hiciera voto de no guardar din ero

·en tres de doce de ellos, repletos los nueve, para ser

vaciados,

y

llenados despues incesantemente. Deja–

ll10S

á

nuestros lector es los demas p untos diferentes

de riquezas; que harto material es t ien en en ellos para

h acer preguntas. Pero volviendo nosot ros al especial

á que nos contrajín1os, ese modo de hablar de pobre..

za á vista <le caudales, ¿nó era hacer burla? Y la ha–

cian con tanta fonnalidacl los reve rendos, que

á

todos

la. pegaban sin conocer la burla. N i aun la conocian

no diga1nos los devotos de afuera en las cong regaciü-'–

nes, pero ni aun 1nuchos de los propios j esuitas, gen-

• te sencilla

y

síncera, que así estaba

a]

cabo de las in–

terioridades de la c01npañia, co1no de t ener parte en

]os en1olumentos,

y

de entrar la l11ano en la acudala-

. da caja, que los guardára.

En vista de lo espuesto,

y

de mucho' mas que ocur–

re al que lee

y

1nedita las cosas de

la

compañia, pue–

de sospecharse sin tmneridad, que cuando estaba á

solas

el

P. general con sus asistentes, no podría me–

nos de reírse cou ellos

y

hasta con su

monitor.

¡Pobres

gentes! dirían! hacernos de ellas lo que quer emos,

y

no

lo advierten. En verdad, esas pobres gentes merecían

lástin1a: sobre otros debía caer la indignacion.

448. Disfi·ácense norabuena los padres, ellos se dán

involuntari:;unente

á

conocer, en los 1nomentos en que

sin advertirlo tienen injenuidad. Recuerden los lec–

tores la del P . general Aquaviva, cua.ndo para hacer el

elojio de su patriarca Ignacio, no le buscó t érmino de·

comparacion en varones apostólicos, sino entre gran–

des capitanes,

y

le sobrepuso á Pompeyo y á Cesar

y

A lejand-ro. Un simple fundador de órden relijiosa no

valia mucho á los ojos de varios generales de la com–

pañia.: bueno era ese aspecto, conveniente para atraer

á

la~

turbas inocentes; pero otro

h rtbia

de ser el prin-