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;~.J-0

-

l'ls en

6

de .Agosto de

~

762. E l cual, previo nombra–

miento de cuatro comisarios para la verificacion

y

confrontacion de los dos tomos en folio del

instituto de

la

compafíia de Jesus,

y

de las aserciones peligrosas

y

perniciosas que fueron estraidas de las obras de auto–

res jesuitas;

y

á

vista de las censuras, cartas pastorales

y

otros actos emanados de los arzobispos

y

obispof>

contra la .doctrina

y

r éjimen de la compañia,

y

acle–

mas de las asambleas provinciales

y

generales del cle–

ro de Francia,

y

de los decretos, breves

y

bulas de los

romanos pontífices, dijo el parlamento-"declaro el

instituto inadmisible por su TI.aturaleza en todo estado

culto, como contrario al derecho natnral, atentatorio

á

toda autoridad espiritual

y

temporaJ,

y

con tenden–

cia

á

introducirse en 1a iglesia

y

en los estados, bajo el

especioso velo de un instituto re1ijioso: no es una or–

den que aspire verdadera

y

únicamente

á

la perfeccion

evanjé1ica, sino mas bien un cuerpo político, cuya

esencia consiste en una actividad .contínua, para lle–

gar por toda suerte de vias, di rec.tas ó indirectas, SQr–

das ó públicas, á una independencia absoluta,

y

suce–

sivamente

á

la usurpacion de toda autoridad.))

[343]

450. Menos necesitaron otr os s11j etos adictos

á

la .

compañia para desengañal·se,

y

apartarles su estima–

cion, lu ego que descubrieron su político y falso pro–

ceder. El docto Grocio, que tenia amistad con mu–

chos jesuitas, no pudo menos de conocer,

y

de dejar–

lo escrito, que habia entre ellos hombres sin buena

fé ni pudor-.fidem

et pudorern sunt in quibus requiras.

Santa Teresa de

J

esus, que fué muy adicta á la coln–

pañia,

y

en sus cartas ha eloji.ado

á

padres jesuitas,

varió de estilo posterimiDJ.entc.

[344]

De intento nos

abstenemos de utunerar mas personas;

y

baste decir,

que los pa1)as mismos qne le fueron adictos, dejaron

de serlo. E l gran Benedicto XIV los Hamaba

inobe–

dientes, capciosos, contumaces, perdidos y refractarios.

Y

no podria menos de venir á su tiemp()l el desengaño,

desde que se vió en ]a compañia ·de

J

esus una socie-

d~.d

polític-a

y

ambiciosa.

·