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AH,rrrc LO XXVIII.
¿LOS JESUITAS DE AIIORA KO SO:X LO MI :.\10 QUE S
ANTEPASADO
?
451. Estamos seguros de que los jesuitas de. ahora
se darán por ofendidos de que se le diga, que no son
lo mismo que su antepasados. Y no olo por un sen–
timiento de corporacion, persona moral en todos los
tiempos, sino tambien por mantener el antiguo pres–
tijio, que trae recuerdos,
y
fascina
y
hace prosélitos.
Itenunciar estos títulos, seria acarrearse un daño, men–
guar su existencia,
y
presentarse como una novedad
naciente
y
aventurada.-A los amigos de los jesuitas,
que sin ser profesos, tienen su espíritu,
y
ocurren
á
esa distincion para defenderlos, será preciso decirles,
que rejistren la bula de Pio VII r estauradora de la
compañia,
y
verán que sin ninguna modifi.cacion au–
toriza á los jesuitas á r eunirse en congregacion de
la
compafíia de J esus,
y
á
seguir
la regla de San Ignacio de
Loyola, aprobada
y
confirmada por las constituciones apos–
tólicas de Paulo III,
palabras que se leen con repeti–
cion. Volvamos á decirlo: en el antiguo nombre, en
la antigua institucion, en la antigua
regla
está el pres–
tijio que fascina
y
hace prosélitos. Despues ha de ver–
se, cómo los defensores de los jesuitas,
y
estos mis–
mos, los restaurados por Pio VII, nunca han ocurri–
do
á
esa distincion, tan á propósito, si fuera fundada,
para disminuir siquiera la animadversion del siglo
que los repele en su generalidad.
N
o, no lo harán ja–
mas. Obligarlos á recomendarse, poniéndose en con–
traste con sus antepasados, seria forzarlos
á
una ver–
gonzosa confesion, de que están muy distantes. Traed
á
cuenta hechos históricos, que desacreditan
á
los an–
tiguos jesuitas,
y
los nuevos los negarán, diciendo que
eran calumnias de sus enemigos. Preguntadles, si no
hemos espresado fielmente su pensamiento.
N
o hay duda, los jesuitas de ahora son lejítimos
sucesores ele los que hicieron
y
dijeron cuanto deja–
lnos referido. Su constituciones
y
máximas v reglas