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estan conservadas en el1nismo volúrnen, rijen ahora.

como entonces rijieron,

y

ahora como antes son,

y

de–

ben ser los jesuitas-báculos en mano del superior,

y

cadáveres á su vóluntacl. Si el poder no es el mismo,

tratan de recuperarlo con el influjo de los recuerdos

en gm1,te apasionada. Si no han encontrado riquezas,

se empeñan en adquirirlas,

y

no les vá mal. Sus re–

laciones se multiplican, de propia clilijencia, y á la som–

bra de sus protectores, y aparecen con nulnerosos pro–

sélitos, que los oyen secretamente en el confesonario,

abiertamente en el púlpito, frecuentemente eh las con–

ferencias y tertulias, y n1ajistralmente en los colejios.

¿Qué importa el traje, qué in1porta el nombre? jesui–

tas, ó padres de la fé, ó del sagrado corazon, ó sean

otros títulos, tienen el alma jesuítica, no Inudarán de

propósito, no de corazon, no de aquellas propieda–

des características del jesuitismo creado por Lainez

y

Aquaviva, ni desmentirán jamas las intenciones de

Ricci, que prefería la destrnccion de la compañia,

á

ser de otro modo del en que estaba-aut

sint sicut sunt,

aut non sint.

Aun en el punto en que n1as podrían avergonzar–

se, cual era el del laxo probabilis1no, apelamos

á

su

propio juicio,

y

al de sus adictos, para que unos

y

otros digan, si Sanchez, Escobar, Oastro--Palao,

y

la

muchedumbre de teólogos jesuitas, no estan en el nú–

mero de sus maestros, para dirijir las conciencias de ·

los mansos corderos

y

las mansas ovej'as. Niegan que

los antiguosjesuitas hubiesen sostenido el probabilis–

mo en su laxHud,

y

se gobieran por él,

y

recmnien–

dan á los autores probabilistas,

y

entre ellos

á

Ligo–

río, beatificado por el Papa restaurador de la compa–

ñia,

y

canonizado despues. Y ¡cuanto no dice la bea–

ti:ficacion

y

canonizacion de un escritor probabilista,

aunque apostólico varon,

á

favor del probabilismo!

Los jesuitas de ahora no pueden renunciar

á

un me–

dio e:ficasísi1no de atraer

á

toda clase de gentes, como

lo hacian sus antepasados.

452. Pero aun cuando dijeran ]os jesuitas de ahora,

desmintiendo la palabra, y humiJlando la men1oria