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ser el azote de la Iglesia. Por uond.e el instituto
pre~
senta dos faces---un objeto piadoso, un reverso
ter~
rible." [341
J
445. Mas caractéres peculiares podrán descubrir
nuestro8 lectores en la n1uchedumbre de aspectos,
que los padres jesuitas presentan á la observacion
y
estudio del filósofo. Nos parece, sin peligro de eng¡:¡.–
ño, que tienen uno general que los comprende
á
to–
dos, que los modifica
á
todos,
y
que merece ser cop.–
siderado como forma de su ser-un aspecto político.
Tomen cuantos hábitos quieran los reverendos pa–
dres, disfracen como gusten
y
hablen en todos los
idiomas, mientan tambien,
y
nieguen
á
su n1aestro
y
su mision; conservarán siempre su
locuela
propia que
los dará á conocer
y
pondrá
de manifiesto.
Hagan votos
como los 'demas regulares,
y
uno mas de obediencia
á su señor el Papa; ellos se interpretarán
y
se enten–
derán á vista de las circunstancias,
y
desobedecerán
al Papa para servirse á si mismos,
y
ll evar adelante
el propósito de la compañia-dominar el mundo.
Hablen de Dios
y
de las reglas místicas de su funda–
dor,
y
de ejércicios espirituales,
y
de obediencia al su–
perior como si se obedeciera á Dios: tambien los in–
ventores de falsas r,elijiones usurparon el Santo nom–
bre de Dios, finjieron revelaciones,
y
presentaron
buenas máximas al pueblo. ¿Hubo jamás elemento
mas poderoso de conquista, que el manejo del senti–
miento relijioso? Las arn1as materiales llegarán mas·
pronto
á
su objeto; pero no lo organizarán ni harán
tan duradero, ni lo encmninarán
á
lo~
fines conve–
nientes como medio de accion. El que habla á nonl–
bre de Dios tiene una ventaja imponderable sobre
todos;
y
será un ser benéfico, un ángel de consuelo
y
salvacion, cuando proceda con sinceridad en servicio
de sus semejantes; pero será el génio del mal un ver–
dadero demonio, cuando sacrifique á otros,
y
en el
bien mismo que les haga, se mire á si propio como
fin últi1no,
y
se valga de la relijion como de instru–
mento.
446. ¿Por q11é, mientras otras órdenes regulares,