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-242-

sa

rel~jion

estas imposturas: que iluminado el 'puebi<J·

no seria juguete de credulidad tan nociva, ni los ecle,..,

siásticos se prestarían á ser corredores

y

progenetas de

estas calumnias: que desarmádo de estos ausilios, que–

daría reducido á sus propias fuerzas este cuerpo peli–

groso, que intenta en todas partes sojuzgar a;l trono,

que todo lo cree lícito para alcanzar sus fines>

y

que·

si actualmente ha buscado su union con otros cuer–

pos, es l110mentánea

y

en cuanto contribuye

á

soste–

ner la máquina movida: que los eclesiásticos receloso&

de la denuncia, reducirían sus sermo-nes

y

confer en–

cias

á

especies inocentes, quedando aislado y solo es–

te cuerpo refractario

á

las leyes con sus emisarios> en–

yo espíritu, réjimen

y

acciones resultan suficientemen–

te con docu1nentos fidedignos en la pesquisa;

y

si, ate n–

tan1ente se reflexiow.t, se hallarán con1o únicos aj entes

de los bullicios pasados,

y

de los que siempre pueden

recelarse, miéntras este cuerpo esté incorporado en ]a

In

asa general del Estado,. sobre lo cual se reservaba–

el :fiscal pedir

y

proponer judiciahnente todo lo que·

estimare oportuno." '

"Dada órden para averiguar las hnprentas de don–

de sa]ian obras sin las licencias correspondientes,

y

]as sátiras

y

demas papeles injuriosos, se descubrió en

Vitoria, que e] Rector del co1ejio de jesuitas había en–

viado al P . Mauro de la Fuente, jesuita de Zaragoza,

las

cartas del doctor de la Sapiencia

y

otros impr esos:

no fué este el único ejemplo. Desde la exaltacioli de

Carlos III al trono de España, manifestaron los j esui–

tas decidida aversion

á

su persona

y

á su sistema. Dos·

recursos, de índole propia

á

herir vivamente el cuerpo

y

réjilnen de la cornpañia, se le pres-entaron tan luego·

como vino

á

España, sobre el despojo de sus diezmos

las iglesjas de Indias,

y

el escandaloso espectáculo,

que artificiosamente dieron los jesuitas de quemár al–

gunas obras del venerable Palafox. No habiendo ele–

jido jesuita por confesor, como se hiciera antes,

y

ha–

biendo conferido al que lo era, Fr.

J

oaquin Elet a una

plaza vacante en el consejo del Santo Oficio, tuvo es–

te golpe la comp-añia por un despojo de sus honore-s.