-240-
ton desterrados. A los tres años el Parlamento fué
restabltcido, y se llamó á los desterrados, con escep–
cion de los señores de La-Oholatais. Cuando los ma–
jistrados se halláron bien constituidos, ordenaron que
s-é
levantase una stunaria informacion, para descubrir
á
los autores
é
instigadores ele las turbaciones de la
provincia: las deposiciones se reunieron en gran nú–
mero contra los j esuitas." (298)
ARTIOULp XXI.
EsTRAÑAMIENTo DE LA CoMPAÑIA POR EL
REY
DE E s PAÑA.
391
Pasemos
á
la España, donde habrá mucho que
decir. Mal vistos los padres de la compañia en las
naciones, tuvieron que "buscar amparo en la Santa
Sede,
é
inclinarla
á
tomar su defensa tan
vigorosa~
1nente, como si
á
la existencia de la Iglesia católica
~
fuera indispensable la de ellos. En el tomo
39
pájina
356 epítome del Bulario por Luis Guerra hay una cons–
titucion del Papa Ole1nente XIII, donde se habla tan
exajeradan1ente de la compañia, que se lee la espre–
sion siguiente- "la causa de la relijion está esencial–
nlente unida
á
la de ]a compañia"
-cujus causa
é
sua
essentia conjuncta est cum causa societatis.
Los jesuitas
tr.asladaron á todos los idiomas la constitucion, cuyo
objeto era proclamar su inocencia y hasta su santi–
dad, y la esparcieron con aire triunfal por el mundo.
Sus efectos justificaron los presentimientos tristes
del Padre Santo, cuando se resistía á firmarla, pues
no hizo n1as que exacerbar las acusaciones lanzadas–
al instituto de Loyóla, añadiendo incentivo y dando–
les n1ayor bulto."
"A la par de la constitucion pontificia, los jesuitas
divulgaban grandes panejíricos suyos, y corrían las
sátirás y los libelos contra el Monarca de España y sus
ministros. Poco despues acaeció el motín contra el
marqués de Esquilache
y
la conmocion general del